martes, 20 de diciembre de 2011

“Tiempos de Barcelona”, de Jesús Atienza

Artículo sobre la exposición de fotografías inaugurada el 13 de diciembre en la galería Il Mondo de Barcelona. Jesús Atienza, bien conocido por ser un fotográfo que desde siempre se ha ocupado de los títeres, ha mostrado en esta ocasión imágenes de una Barcelona en blanco y negro que ya no existe. Hasta el 14 de enero.
  
Foto de Jesús Atienza expuesta en Il Mondo
Si uno de los objetivos principales de la fotografía es fijar el tiempo, “retratarlo” sería el objetivo oculto de quiénes la practrican desde una perspectiva artística. Una consideración que viene a cuento ante las fotografías expuestas por Jesús Atienza en Il Mondo.



Y es que Atienza ha ido creando con los años una filosofía de la imagen que ha tomado al Tiempo como tema principal aunque nunca explícito ni declarado. Me lo contaba él mismo cuando, hablando sobre las fotografías expuestas, indicaba hasta qué punto le interesaba dejar reposar unos años las imágenes en un cajón, para permitirles expresar luego todo el “tiempo” que la imagen arrastra o acumula consigo. Darse cuenta de ello modifica la actitud del fotógrafo ante el objetivo: el ojo ya no se fija sólo en la anécdota o en el elemento nuclear que debe centrar la imagen, sino que se abre al “tiempo” para captar la amplitud de lo que envuelve el instante. Ensanchar los minutos para que lo instantáneo pueda abrirse en canal y exhibir sus entrañas, pero también para mostrar las circunstancias exteriores de toda una sociología histórica envolvente.

Pero el Tiempo, para ser retratado, necesita dónde posarse, objetos, personajes y situaciones que le permitan encarnarse, es decir, necesita “temas”. Los de Jesús Atienza son bien ilustrativos de esta obsesión suya por la visión amplia de los “tiempos a retratar”: Marionetas, Pepe Otal, Boxeo, Circo, Tatuajes, Barcelona, Retratos, Sitges, Bondage y Periplos. Dejo los más anecdóticos y los relacionados con el día a día de la “carn a l’olla”, como son la Moda o la Publicidad. Los temas citados tienen como denominador común el “límite”: campos de experiencia situados en zonas sociales y existenciales limítrofes, ya sea por exceso (Boxeo, Tatuajes, Bondage) o por hallarse en zonas de actividad periférica (Marionetas, Pepe Otal, Circo, Sitges). Los tres temas que no he citado tienen significados “metafotográficos” concretos de intención: Barcelona como decorado, Retratos como objetivo y método con el que mirar al Tiempo, y Periplos como expresión de lo que realmente le interesa al fotógrafo: los recorridos de la vida, lo que nos afecta y nos transforma, lo que se prolonga en movimiento.

Temas que nos hablan asimismo de un deseo de situarse en los márgenes sociales, allí dónde “suceden cosas”, y en los que el Tiempo es vivido y deja sus huellas. Una marginalidad que no rehuye la profesionalidad más estricta del fotógrafo, sino que, por el contrario, parece afianzarla aún más, como una ancla a la que agarrarse para que el torbellino de lo temporal no le arrastre a uno.

Marionetas y Circo: he aquí dos temas estrella, al menos para nosotros. La razón sería que tras estas actividades de exhibición visual, hay personas y trayectos, historias que contar y tiempos por detectar. De ahí que la figura de Pepe Otal, cómplice y amigo, se haya convertido en uno de sus temas preferidos y más logrados, una trayectoria que resume en su conjunto no sólo el periplo vital y dramático del personaje, sino casi cuarenta años de historia local y global con un sinfín de rostros y de aventuras vitales de distinto voltaje y color. Un tema que daba para “infinitos retratos del Tiempo”.

Centrémonos en el “decorado”, es decir, en Barcelona, el tema escogido por Jesús Atienza para esta exposición. Un decorado que jamás está vacío de almas, una obsesión importantísima para el fotógrafo. Lo que nos indica el carácter teatral de su visión fotográfica, pues del mismo modo que una escenografía sin actores no hace teatro, una ciudad sin habitantes tampoco hace ciudad. La urbe como un espacio laberíntico  para los humanos que se mueven por ella. Un paisaje de exteriores, de calles, de fachadas llenas de vida, de rincones singulares. Y en casi todos ellos, un personaje en solitario sobresale del conjunto, como si quisiera a veces escabullirse del mismo. El tema de la soledad surge discreto pero con fuerza en estas imágenes captadas todas ellas (menos una, fácilmente detectacle por ser en color) en los años 1979-1980. La soledad del individuo en la ciudad: un tema universal y profundamente contemporáneo. A veces es un señor que vemos de espaldas o que pasa la cabeza gacha, o una señora con la cesta de la compra, o un obrero subido a una larguísima escalera pegando un cartel, o un soldado que sube solo por las Ramblas. Incluso la foto contemporánea nos muestra la soledad de una vagoneta suspendida en el vacío. El tema de la soledad cruza el decorado urbano y su “tiempo retratado”, dándole una importante dimensión dramática.

Unos retratos del tiempo de una época que fue nuestra en su día y que lo sigue siendo, gracias en parte a imágenes como las presentes, y a pesar de las ingentes transformaciones y de sus inevitables declives. ¿Qué queda de aquella Barcelona, además de los documentos gráficos que la sostienen visualmente? La ciudad ha cambiado su piel y nosotros, sus habitantes, también hemos mutado por dentro y por fuera. Darnos cuenta de estos cambios para comprender que Barcelona sigue siendo la misma tras haberse transformado por completo en otra, tal sería, a mi modo de ver, el principal de los objetivos de la actual exposición de Il Mondo.

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