miércoles, 24 de noviembre de 2010

martes, 23 de noviembre de 2010

Una plaza de Nápoles para Pulcinella y el teatro de calle

(Bruno Leone con Pulcinella)
Coincidiendo con mi visita a Nápoles, se inauguró un espacio dedicado a representaciones de títeres y de teatro de calle todos los sábados y domingos. La iniciativa es de la asociación Vico Pazzariello y el lugar el Largo Banchi Nuovi.
Situada muy cerca de la Universidad de Estudios Orientales, en pleno centro histórico de la ciudad, la plaza ocupa una zona muy popular y algo abandonada, como puede verse en los mismos edificios que la circundan, algunos de ellos vacíos y en precario estado. Se hizo la primera función el domingo 7 de noviembre, a las 12h del mediodía, con la actuación conjunta de Bruno Leone y Salvatore Gatto. Los había visto compartir escenario hace muchos años, pero hacía tiempo que ambos trabajaban por separado, con sendas carreras internacionales de largo alcance. Por eso me sorprendí y fue un placer verlos de nuevo juntos. Muestro aquí unas imágenes que se tomaron unos días más tarde, en ocasión de un encuentro titiritero con la excusa del aniversario de Irene Vecchia, la más joven de los que hacen hoy Pulcinella.
(Salvatore Gato con su guitarra)

En el local de la asociación Vico Pazzariello, se realizó una fiesta con canciones y tarantellas, el ritmo diabólicamente napolitano que se bailaba antiguamente para sudar el veneno de una picada de escorpión, de tarántula o de una víbora. Por lo visto, solía funcionar. En Vico Pazzariello no había nadie con fiebre aquejado de picadura alguna (como no sea la locura de dedicarse a los títeres, que tiene que ver bastante con estos asuntos de tarántulas, ritmos y delirios), pero las dos jóvenes titiriteras del grupo lo bailaron con maestría acompañadas por acordeón de Il Capitano, el actor Angelo Picone. Una delicia de fiesta y de ambiente muy partenopense.

Estaban presentes los siguientes titiriteros de Pulcinella: Bruno Leone, Salvatore Gato, Roberto Vernetti, Irene Vecchia, Selvaggia Filippini y Renato Barbieri. También había actores como Angelo Picone "Il Capitano" y otros artistas de calle de la asociación Vico Pazzariello. De los guaratelle, sólo faltaba Caspare Nasuto, titiritero que destaca por su virtuosismo manipulador. Adjunto un video con algunas imágenes de Parténope (la sirena que suele asociarse a Nápoles), de la fiesta, del llamamiento que se hizo en el Largo Banchi Nuovi, de los títeres de Bruno Leone...

viernes, 19 de noviembre de 2010

Imágenes del Museo di Pulcinella de Acerra

He aquí algunas imágenes filmadas en el Museo de Acerra dedicado a Pulcinella, a modo de documento testimonial. Un lugar de obligada peregrinación para los amantes del género y los interesados en la famosa máscara napolitana.



Buscando por la red, encontré este delicioso fragmento de la película de 1953 "Carosello napoletano" de Ettore Giannini, una exquisita comedia musical que primero se estrenó en teatro y luego se hizo en cine. La música es de Raffaele Gervasio, y en el reparto estaba ni más ni menos que Sofía Loren. El fragmento es una apotesosis visual de Pulcinella, con el tema del huevo, de los pequeños Pulcinellas, estacazos, montañas de spaguetis, etc, y con una clara referencia visual a los grabados y frescos de Tiepolo.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Venecia, la ciudad de las máscaras

(Pantalone)

Si Nápoles se definía con Pulcinella, Venecia lo hace con la máscara a secas. Al menos así lo parece indicar su actual industria iconográfica. Por supuesto que tiene personajes propios, como Pantalone (palabra que proviene de “plantar el Leone”, el emblema de la ciudad) y no duda en incorporar otras, como Arlequino o el mismo Pulcinella (de sombrero alto y nariz alargada éste, tal como Tiépolo lo inmortalizó en sus grabados), pero en ningún caso la representan a solas.

Es curiosa esta impostación veneciana hacia la máscara, presente en todas las tiendas de souvenirs, y que tiene que ver lógicamente con su famoso Carnaval. En la época de su máxima decadencia pero cuando aún tenía independencia y los restos de un poder político ya acabado, que fue el siglo XVIII antes de que Napoleón firmara su acto de defunción y acabara al final cayendo en manos de Imperio Austrohúngaro, el Carnaval por lo visto podía alargarse durante meses, tal era el entusiasmo de sus habitantes por cambiar de identidad y gozar de libertades y libertinajes sin fin. Una de las razones de estos alargamientos era el turismo que ya venía entonces de toda Europa. Y es que Venecia siempre fue una ciudad que atrajo a los extranjeros. En cierta manera, todo ella es como una imponente escenografía hecha y pensada para impresionar a propios y extraños. ¿Cómo sino una ciudad tan pequeña, levantada sobre una laguna casi sin tierra firme, podía imponer respeto a sus amigos, competidores, enemigos y a sus propios súbditos? El gusto por las buenas artes fue uno de sus principales sellos de identidad y esta inversión tuvo efectos estratégicos de muy largo alcance, pues todavía hoy vive la ciudad de sus pasados esplendores. Su única industria es, principalmente, mantener la ciudad intacta y procurar que no se hunda en el mar.

De todas formas, en el último siglo Venecia ha conseguido reinventarse en términos culturales, al convertirse en una ciudad particularmente interesada en el cultivo y la exhibición de las artes, especialmente en sus formas más avanzadas y contemporáneas. Festivales de cine y su famosa Bienal son sus principales logros, más un sinfín de actos culturales, estrenos de nuevas composiciones y multitud de galerías, museos y salas de arte muy activas.

Ciudad teatral como pocas, en el sentido de que toda ella es un escenario o una escenografía en la que los actores son en realidad los fantasmas del pasado que habitaron y crearon sus maravillas en ella. Los turistas ejercen de figurantes y de espectadores, encargados básicamente de pagar la función.

Desde el punto de vista turístico, hace tiempo que Venecia “muere de éxito”. Me refiero a esta frase que ilustra tan bien una situación de éxito que sin embargo puede llegar a convertirse en pesadilla: una ciudad cara, intransitable, dónde se paga por todo, en la que los propios habitantes no se reconocen, etc. Pero hace tanto tiempo que vive en esta situación, que su “morir de éxito” se ha convertido casi en su principal estado asumido por propios y extraños. Digamos que su vivir “alegremente en perpetua agonía” es el precio que hay que pagar por tener una ciudad que gusta tanto –y que agoniza físicamente desde hace tiempo. ¡Qué remedio!

Por todo ello su visita se convierte en algo fascinante, pues ante tus ojos no solo están los palacios, sus bellos decorados y obras de arte, los canales, los puentes y las góndolas, sino también esta suma de realidades y problemáticas que tienen que ver con el tiempo, la duración, la historia, las guerras antiguas y olvidadas, las obras maestras que nacieron y fueron vistas y oídas allí por primera. Esta complejidad hace que tu puedas sentirte también actor participante en esta comedia de los siglos, ocupando tu papelito de figurante observador, mientras recorres maravillado las mismas calles por las se maravillaron en sus días Mozart, Voltaire, Goethe, Stendhal, Byron, Mann…, por sólo citar a unos pocos.

(Paolo Paparotto actuando en una plaza)

E
n cuanto a los títeres, Venecia fue un lugar importante en el siglo XVIII por las óperas con marionetas que se solían hacer. Poco queda de ello, una pequeña colección y un teatro muy bonito e interesante que se exhiben en el pequeño pero recoleto Museo Goldoni, dotado de una magnífica biblioteca. También Pulcinella estaba presente en sus plazas, siendo tan intensa su actividad que a los titiriteros se les llamaba puccinei. Y, por supuesto, los demás personajes de la Comedia del Arte, como Arlequino, Brighella, Pantalone, Colombina… Estuve comiendo el otro día con Paolo Paparotto, maestro titiritero de Treviso (muy cerca de Venecia) quién desde hace ya más de treinta años ejerce con el personaje de Arlequino como principal figura. Fue él, junto con Gigio Brunello, quién rescató del olvido a Arlequino y lo reintrodujo como personaje del teatro de títeres. Una tradición que en el Veneto ya se había perdido. Paolo me explicó muchas cosas que fui apuntando para mi proyecto de Rutas de Polichinela.

¿Quién habrá tras la máscara enigmática en la que se esconde Venecia? Muchos dirán Pantalone, ese viejo listo, avaricioso y ambicioso, pero pocos lograrán verle, pues sagazmente se habrá ocultado antes de que lo pillemos. Tal vez veamos la punta de su barbilla, o la sombra de su nariz, así como los alientos de su risa irónica y de las aguas estancadas en su laberinto de canales, con sus góndolas que parecen insectos de los que chupan la sangre… Pero la imagen que finalmente nos mostrará será siempre misteriosa y seductora, fría y ardiente, invisible y sugerente… Sí, como todos, caeremos de rodillas a sus pies y volveremos a visitarla una y otra ves.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Visita al taller de Lello Esposito

He conocido estos días al escultor neapolitense Lello Esposito en su taller, situado en la caballerizas del Palacio de San Severo, en la Plaza de San Domenico Maggiore. Ha sido muy interesante conocer de primera mano la obra de un artista absolutamente impregnado por el espíritu de Pulcinella. No sólo sus inicios están íntimamente relacionados con el mundo de los títeres populares de Nápoles, a través de la figura del maestro titiritero Nunzio Zampella (quién también lo fuera de Bruno Leone), sino que toda su obra es una interrogación constante sobre el origen y el sentido profundo de Pulcinella como portador de una compleja dualidad de significados contrapuestos: vida/muerte, alegría/tristeza, sueño/vigilia, prosa/poesía, eros/tanatos, popular/culto ....

Cual una profunda paradoja viviente, Pulcinella surge de las profundidades mitológicas del pasado, ya sea en sus formas jocosas de máscara y títere, ya sea para provocar nuevas interrogaciones sobre las multiplicidades de la identidad. Pesa en la obra de Esposito una visión altamente dramática del personaje de Pulcinella, como si el lado jocoso del personaje quedara eclipsado por una angustia que surge de la misma risa. La vitalidad polichinesca se viste aquí de atributos telúricos y arquetípicos que tienen más que ver con la tragedia y con la implacabilidad del destino que con la libertad a la que suele asociarse el personaje. Imágenes de Pulcinela atrapado por las llamas, saliendo dramáticamente del huevo como si fuera un parto de si mismo sangriento y doloroso, comiendo chorros de espaguetis como en una condena del infierno de Dante, o desdoblándose con caras inquietantes, diabólicas o con la misma muerte, que no parece salir ni burlada ni apaleada. La identificación de Pulcinella con Nápoles, una de las fijaciones del autor, tal vez explica esta visión pesimista del personaje que también lo es de la ciudad. El efecto "espejo" de Pulcinella reflejaría estas visiones sangrientas y altamente dramáticas de las figuras de Lello Esposito.

Un autor que sin manejar títeres, ha convertido toda su obra en un alucinante retablo dónde la máscara napolitana nos remite a nuevos arquetipos que se apartan de las imágenes clásicas y nos hablan de miedos y realidades que, aun sin nombre, nos asaltan en los sueños o directamente en las calles de nuestras ciudades.

martes, 9 de noviembre de 2010

Visita al Museo di Pulcinella de Acerra

(Pulcinella sale del huevo. Escultura de Lello Esposito.)

En efecto, hoy he tenido el privilegio de visitar el Museo di Pulcinella de Acerra, la ciudad donde se da por supuesto que nació la famosa máscara. Un lugar de obligada peregrinación para quiénes nos dedicamos a estos menesteres. En mi caso, embarcado en la aventura de mis Rutas de Polichinela, no podía menos que rendir honores a este lugar que ha satisfecho plenamente mis expectativas: no sólo porque lo hice acompañado de Bruno Leone, reconocido maestro del Pulcinella napolitano, sino porque gracias a las explicaciones del presidente de la asociación Acerra Nostra, el señor Eustachio Paolicelli, verdadero artífice e impulsor de la idea del Museo, he podido saciarme con imágenes, figuras, títeres, máscaras, grabados antiguos, libros históricos, pesebres, esculturas y un sinfín de objetos y otros artilugios todos ellos referidos al personaje de Pulcinella.

La mitología de Pulcinella, que se dice nacido de un huevo, se explicita con contundentes imágenes combinadas con otras que nos hablan también de su origen telúrico (nacido del Vesubio) y de otras tantas facetas suyas (portador de fortuna, amuleto, elemento fálico, vehículo para la sátira y la caricatura, símbolo del hambre...). A destacar las hermosas esculturas de Lello Esposito, el artista que más se prodiga en el Museo, con obras que muestran un profundo conocimiento del tema polichinesco, o las de Massimo Pérez, también extraordinarias. De Lello Esposito son los conjuntos del Vesubio, el árbol de la vida del que surgen Pulcinellas por todas sus ramas, o los pesebres típicamente napolitanos en los que la máscara aparece como uno de los personajes principales.

(Pulcinella sale del Vesubio. Escultura de Lello Esposito)

Un Museo dedicado enteramente a la màscara partenopense con profusión de salas organizadas según temáticas que permiten una visita didáctica y aclaradora del personaje. Por cierto que la denominación de "partenopenses" que se da a los napolitanos hace referencia a un origen mitológico, la sirena Parténope, cuyo cuerpo fue encontrado muerto en el alto de Cumae, donde luego se levantó la primera ciudad griega, antes del asentamiento de Neapolis. Curioso que el carácter profundamente ambiguo de Parténope (como toda buena sirena, provista de dos caras opuestas: bella y horrenda, seductora y destructora, luminosa y oscura...) corresponda con las dos caras que desde siempre marcaron la ciudad de Nápoles y que también define la personalidad de Pulcinella. Interesante que los actuales napolitanos gusten de sentirse representados por Parténope, a la que acuden en numerosas ocasiones y que se halla representada en profusión de imágenes, textos y estatuas.

(pesebre con Pulcinellas, de Lello Esposito)

Mañana Bruno Leone instalará sus marionetas en el Museo para una exposición temporal de su obra. Parece ser que su nombre y su legado estarán a partir de ahora estrechamente relacionados con Acerra, lógico siendo como es su casa natural. Anuncio imágenes grabadas de video tanto del Museo como de la citada exposición de Bruno Leone.