domingo, 27 de julio de 2014

Presentada la versión portuguesa del libro: ‘Rotas de Polichinelo. Marionetas e Cidades da Europa’

Los plazos se van cumpliendo y este blog se complace en informar sobre la presentación que tuvo lugar el viernes 25 de julio de 2014 a las 22:30h, en el claustro del Convento das Bernardas, en Lisboa, de la versión portuguesa del libro “Rutas de Polichinela. Títeres y Ciudades de Europa”, editado por el Museu da Marioneta de la citada ciudad. Con magnífica traducción de Carmo Calheiros, el libro acompaña la exposición “Rotas de Polichinelo” que se realiza hasta septiembre de 2014 en el Museu, fruto de una colaboración con el TOPIC de Tolosa. Como ya se ha indicado con anterioridad, un imponente mapa de Europa preside el despliegue de las distintas familias titiriteras de lo que es la gran Europa de Polichinela (ver artículo en Titeresante aquí. En este blog, aquí).

Claustro del Convento das Bernardas. Foto de Alfonso De Lucas Buñuel.
Como se indica en el libro, se trata de una Europa ampliada y rica en historia y complicidades culturales, en la que caben países como Turquía, Líbano, Siria o Egipto, zonas que aparecen en el libro, con sus personajes Karagöz o Aragosi.


La presentación en Lisboa tuvo lugar después del espectáculo “Locuras de Putxinel·li”, en el que Toni Rumbau mostró algunas de sus rutinas polichinescas, que ya aparecieron en el espectáculo “A Manos llenas”, pero con un nuevo Polichinela esculpido por Marga Carbonell. Hay que decir que la obra conectó de inmediato con el público, que aplaudió el trabajo del titiritero, que puso voz y música portuguesa a los títeres, llenos de una extraordinaria energía.

En plena actuación.
Explicó Rumbau, al acabar el espectáculo, y tras las palabras introductorias de Maria José Machado Santos, directora del Museu da Marioneta, la génesis del libro que presentaba, sus tres años de redacción y viajes, así como algunos de los rasgos característicos de los principales personajes y ciudades tratados. Unas vicisitudes y unos itinerarios que este blog ilustra a la perfección.

Maria José Machado Santos, directora del Museu da Marioneta, presenta a Toni Rumbau.
Firmando un libro a Ana Lisboa.
Detrás del retablo.
Tras la presentación, hubo copa y picoteo, lo que permitió el agradecido solaz de los asistentes, agasajados con unos vinos de Portugal y unos deliciosos canapés que el Museu puso a su disposición. 

Juego de sombras durante la actuación. Foto de Alfonso De Lucas Buñuel.
El escenario del claustro del Convento das Bernardas fue de nuevo el marco inigualable de un nuevo acto titiritero dentro del marco del proyecto Rotas de Polichinelo, llevado a cabo por el Museu da Marioneta. 

Satisfacción de los títeres, mientras los humanos charlan en el claustro. Foto de Alfonso De Lucas Buñuel..

lunes, 21 de julio de 2014

Objetos, Museos y Casas-Museo en Lisboa y Coimbra.



Para los titiriteros amantes del mundo de los objetos considerados como receptivos de vivencias que nos hablan de otros tiempos y de otros espacios, una de las mejores maneras de conocer una ciudad es precisamente a través de sus objetos. Objetos especiales, claro está, que debemos buscar allá donde se ocultan: en determinados museos, en tiendas curiosas o especiales, en los mercadillos de viejo, en las casas-museo que la mayoría de las ciudades tienen abiertas al público, o en las mismísimas calles.

Farmacia china. Museo da Farmacia de Lisboa.
Lisboa es especialmente rica en cuanto a la variedad y a la calidad de los objetos capaces de definir determinados aspectos de su cultura y de sus intimidades psíquicas. Varias son las razones que lo explican. De entrada, la historia: Portugal fue el primer país europeo en crear un imperio comercial en países como la India, Indonesia y China. Claro que la Ruta de la Seda existía desde hacía mucho y las ciudades italianas fueron pioneras en adquirir las riquezas que venían de Oriente.

Cristo de marfil. Ceilán, s.XVI. Museo de San Roque, lisboa.
Pero el primer intento de instalarse en el Pacífico, con una confusa amalgama de intenciones que aunaba comercio con ocupación y evangelización, fue el de Portugal. Intentos de instalarse en unas regiones de poderosas culturas organizadas con experiencia en el comercio, un contexto muy diferente al que encontraron los españoles en América en esta primera etapa. Las consecuencias fueron una contaminación cultural difusa pero potente, y la llegada de múltiples objetos exóticos, muchas veces producidos por artesanos de los lugares donde se comerciaba, realizados  para el gusto y el consumo de Occidente. De ahí que el afán coleccionista venga ya de muy lejos, y que las colecciones que hay diseminadas por museos y casas privadas sean importantes y estén llenas de interés. 

Jarrón de porcelana china en la Casa-Museo del Dr. Anastácio Gonçalves.
Por otra parte, este lado intimista y nostálgico de la psicología lisboeta, que el tópico define como Saudade y que encuentra su expresión en el Fado y en tantas otras manifestaciones populares –característica en la que tanto ha influido la lejanía de los territorios descubiertos y la duración de los viajes– , influye sin duda en el surgimiento de tendencias en el diseño y en los estilos decorativos que tienen que ver con la recuperación de lo antiguo entrañable, que situado y visto desde nuevos contextos de actualidad, se convierte en exquisita relectura de lo propio. Tal sería el caso del éxito de las tiendas que llevan el nombre A Vida Portuguesa, especializadas en objetos de todo tipo rescatados del olvido. Una moda retro de exquisito gusto que se ha convertido en un negocio de éxito.

"A Vida Portuguesa" de Intendente.
Reproduzco el primer párrafo del “Manifiesto” publicitado por A Vida Portuguesa, que parece extraído de un manual sobre Teatro de Objetos: “Acreditamos que os objectos são capazes de contar extraordinárias e reveladoras histórias. Sobre um povo e os seus gostos peculiares, sobre uma sociedade e o seu contexto, sobre uma história que é afinal uma identidade comum. E, porque conhecemos – como não? – o infinito poder da saudade, outorgamos também aos objectos esse condão mágico de, como uma certa madalena, acordar sensações e lembranças em cada um de nós. Revelar-nos portanto.”

Algunos museos.

Son muchos los museos de Lisboa que pueden llegar a interesarnos desde el punto de vista de los objetos y de las marionetas. Ya he hablado anteriormente con prolijidad del Museu da Marioneta, situado en el Convento das Bernardas, dotado de una hermosa capilla donde se hacen actuaciones y exposiciones temporales –como la que se realiza actualmente de Rotas de Polichinelo– y del maravilloso claustro que se convierte en escenario de muchos espectáculos, y muy en concreto del ciclo polichinesco que acompaña la exposición. 

El Claustro del Convento das Bernardas, con los Robertos durante la inauguación  de Rotas de Polichinelo.
Vamos a detenernos ahora en el Museo de Oriente. Y es que vale la pena visitarlo para comprender la importancia que Oriente ha tenido en la cultura portuguesa. Prácticamente todo él está dedicado a resaltar esta influencia y a explicar las complejas relaciones que hubo entre culturas tan diferentes. Y aunque aquel gran primer momento de la expansión lusitana por el Pacífico duró poco, quedaron Goa, Timor y Macao como enclaves permanentes que posibilitaron la fluidez de los intercambios y de las influencias.

Biombo chino de tema portugués. Museu do Oriente.
Curioso que desde su abertura, el Museo de Oriente haya mostrado siempre un gran interés por las marionetas y el teatro de sombras. Así se ha podido comprobar en sus distintas colaboraciones con el festival FIMFA, y en las exposiciones realizadas hasta ahora. Una sensibilidad tan receptiva a estos géneros teatrales sólo se explica por este conocimiento profundo de las culturas orientales, que sin duda constituye uno de los matices más preciosos de la singularidad lusitana y lisboeta en particular. 

Abanico chino para consumo portuguiés. Museu do Orriente.
En estos momentos, además, tiene lugar una exposición sobre Teatro de Sombras, con piezas todas ellas propiedad del coleccionista Jacques Pimpaneau, capaz de ocupar todo el segundo piso del Museo. 

Condenados en el infierno. Teatro de Sombras Chinas. Museu do Oriente.
Exposición exhaustiva y de un gran interés –por cierto, que la misma o parte de ella estuvo expuesta en el Caixaforum de Barcelona y de Madrid, según me consta–, cuenta con piezas  realmente valiosas, como son las siluetas chinas pertenecientes a la obra “Mulian desciende a los infiernos para salvar a su madre”, de la provincia de Shaanxi. 

Diablo.Teatro de Sombras de China. Museu do Oriente.
Se trata de un conjunto de figuras que reproducen escenas del infierno, con multitud de diablos y de torturas, que no se alejan demasiado de las bien conocidas descripciones infernales de la Iglesia o del mismo Dante. Por lo visto, y tal como nos indican las explicaciones del museo, se trata de una obra “representada en los funerales para evocar el origen del ritual ejecutado para salvar a las almas de los infiernos”.

Infierno. Teatro de Sombras de China. Museu do Oriente.
Otro capítulo a destacar sería el del Museo Etnológico, situado por encima del monasterio de Os Jerónimos, en Belém. También aquí hay una buena colección de marionetas, africanas y de la India,  muy dignamente presentadas, como pude comprobar en una visita reciente. Adjunto algunas imágenes de las mismas.


Marionetas de Mali. Museo Etnológico de Lisboa.
La Casa-Museo del Dr. Anastácio Gonçalves.

Como antes insinuamos, las casas-museo son lugares secretos donde suelen esconderse riquezas insólitas y desconcertantes. Las hay famosas, como la de John Soanes en Londres, casi un arquetipo de casa-museo, sobre todo por la exigencia de su dueño en las condiciones de entrega a la ciudad: no tocar nada y respetar el orden y el emplazamiento de todo lo que contienen sus dependencias. Quizás adivinaba Soanes y se protegía así de las futuras modas museísticas que abominan de la aglomeración de los objetos, a diferencia del gusto de los antiguos, para quiénes la superposición, al fomentar las intersecciones de cuadros, muebles, objetos y otras singularidades, propiciaba el conocimiento y la creatividad.

Casa Malhoa, donde se encuentra la Casa-Museo del Dr. Anastácio Gonçalves.
Hoy es casi imposible encontrar casas-museo donde se aplique este criterio de respeto absoluto a los antiguos dueños. Los imperativos de la corrección pedagógica y las normativas de buenos usos sociales del patrimonio lo impiden.

Retrato del Dr. Anastácio Gonçalves. Obra de José Malhoa.
Pero aún así, siempre es posible encontrar casos interesantes que a pesar de las inevitables intervenciones, permiten apreciar lo que sus dueños con tanto ahínco, amor y visión de futuro, habían acumulado a modo de testimonio objetivo de su época.

Escritorio chino. Casa-Museo Dr.Anastácio Gonçalves.
La Casa-Museo Dr. Anastácio Gonçalves (1888-1965) es uno de estos casos. Tuve la suerte de visitar esta preciosa casa, construida en el año 1904 por el arquitecto Norte Júnior y dotada del Premio Valmor en 1905, acompañado de su responsable, Ana Anjos Mântua, y de la eco-bióloga, sinóloga y gran aficionada a los títeres Sasha Lima, Presidenta de los Amigos de la Casa-Museo.

Porcelanas chinas. Casa-Museo del Dr. Anastácio Gonçalves.
El edificio fue concebido como estudio del pintor José Malhoa (1855-1933), algo que condicionó su estructura que gira alrededor de la gran sala del segundo piso provista de un enorme ventanal, pensada para que entrara la luz y cupieran las grandes telas que entonces se usaban.

Salón de las Pinturas. Casa-Museo Dr. Anastácio Gonçalves.
Fue en 1932 cuando el oftalmólogo Anastácio Gonçalves la compró no sólo para vivir sino para acoger su vasta colección de pintura y de porcelanas chinas, amén de multitud de muebles, tapices, azulejos y otros objetos preciosos. Para tener espacio suficiente, hizo algunas transformaciones como trasladar la cocina al sótano. Soltero de por vida, vivió para sus pacientes y tuvo un único amor: el de las Bellas Artes, especialmente la pintura naturalista de su época y la porcelana china.

Salón de las Pinturas. Casa-Museo Dr. Anastácio Gonçalves.
Sus colecciones en ambos temas son conocidas y apreciadas en los ambientes especializados del mundo entero. Seguramente lo más llamativo, aparte de la misma casa y de cómo están las cosas instaladas, son estas porcelanas de Oriente realizadas allí para satisfacer el gusto europeo. Unas piezas de un gran valor artístico e histórico que nos iluminan sobre la influencia y la presencia constante del arte oriental, antes reseñada.

Casa-museo del Dr. Anastácio Gonçalves.
Lo bonito de esta Casa-Museo es que toda ella transpira el buen gusto y la bondad natural de su dueño, el Dr. Anastácio Gonzalves, un oftalmólogo de mentalidad conservadora pero ilustrado, librepensador y muy sensible a los problemas de las personas necesitadas. Como muchos coleccionistas de arte, vivió sin contraer matrimonio toda su vida, consagrado a su profesión y a sus colecciones artísticas, pero supo compaginar los rigores célibes del esteta con la bondad hacia sus pacientes y muy en concreto hacia los invidentes, para los que financió varios centros de asistencia.

Reloj de pared. Casa-Museo Anastácio Gonçalves.
Por cierto, que la Casa-Museo del Dr. Anastácio Gonzalves se convierte de vez en cuando en teatro y auditorio, cuando se organizan en su sala noble del segundo piso actuaciones o conciertos. No pude asistir a ninguno, pero puedo imaginarme el gozo que debe ser asistir a uno de ellos. Algo que espero poder hacer en los días que me quedan en Lisboa. 

La Casa-Museo Medeiros e Almeida, de Lisboa.

El señor António de Medeiros e Almeida (1895-1986) se inició en el mundo universitario como estudiante de medicina, pero pronto venció en él su amor por los automóviles y por el negocio. Es a principios de los años veinte que se convierte en el vendedor y representante de la casa Morris, tras entrar en contacto con el mismísimo Sir William Morris, propietario de la famosa marca de coches inglesa, a quién, preguntado sobre los avales y las garantías que disponía, Medeiros y Almeda contestó: “La garantía soy yo”.

Edificio de la Fundación Medeiros e Almeida.
Desde entonces, empujado por semejante arrojo y clarividencia, su carrera de hombre de negocios no hizo más que crecer, hasta convertirse en uno de los más importantes de Portugal. No sólo fue pionero en la incipiente industria del automóvil en el país –exigió medidas de refuerzo a los coches importados de la casa Morris, para adaptarse a las condiciones de las carreteras portuguesas, lo que consolidó enormemente las marcas de exportación de esta casa– sino que participó también en el nacimiento de las primeras compañías de aviación, con la creación de la SATA en 1947. También controló las líneas de navegación de las Azores así como la industria del alcohol de estas islas, propiedad de su padre, que él puso al día.

Púlpito indio-portugués realizado por artesanos de Goa. Diosas de la India sostienen el púlpito. Casa-Museo Medeiros e Almeida.
En realidad, participó como empresario y financiero en multitud de empresas del país, siendo además responsable durante unos años de la Fundación Salazar. Curiosamente, sufrió en una ocasión el atropello de la PIDE (la temida policía secreta del régimen salazarista) y pasó una noche en sus calabozos, sospechoso de llevar en uno de sus barcos una carta comprometedora.

Sala noble de la Casa-Museo Medeiros e Almeida.
A destacar como ya desde un principio, empezó a crear su colección de arte. Fue en 1947 cuando compró la casa que hace esquina entre Rua Rosa Araújo y Rua Mouzinho da Silbeira, cerca de la Plaza del Marqués Pombal. No sólo para vivir, sino para convertirla paulatinamente en su propio museo. Por ello, extendió el edificio comiéndose parte del patio y él mismo acabó trasladándose con su familia a una vivienda contigua para dejar espacio a su colección.

Azulejos. Alegoría de la Primavera. Casa-Museo Medeiros e Almeida.
Una colección realmente deslumbrante, que parece querer mostrarnos el “éxito de una vida” (así se llama el libro que se vende en el Museo sobre su trayectoria). Una casa-museo que no huye de la ostentación –su sala central, imponente, dispone de dos asientos que parecen dos tronos–, sino todo lo contrario, parece querer maravillarnos sin recato alguno. Y la verdad es que lo consigue de un modo tan abrumador que acaba haciéndose simpático y hasta entrañable. Es como si el triunfador pusiera todas las cartas sobre la mesa para decirnos: “eso es lo que he conseguido en mi vida. Mira i disfrútalo tú también”. Lo que siempre es de agradecer.

Sala noble con los dos tronos. Casa-Museo Medeiros e Almeida.
Los salones nobles del primer piso son una auténtica maravilla, por sus muebles y por el acopio de piezas todas ellas de alto valor, desde pinturas, porcelanas chinas, tapices, relojes, estatuas y muchos metros cuadrados de preciosos azulejos que muestran el deseo de Medeiros e Almeida de no perder nunca el contacto con sus raíces portuguesas.

Reloj de bolsillo. s.XIX. Casa-Museo Medeiros e Almeida.
Me interesó mucho la colección de relojes, por lo visto realizada ya en sus últimos años de vida, tras confesar la fascinación que sentía por el tiempo y su medición, al comprender que por mucho dinero que pudiera disponer, nunca podría comprar lo que se escapa en el día a día de la vida, eso que los relojes tocan pero no atrapan, el Tiempo. O quizás sí que lo atrapan, cuando se quedan sin cuerda, como también nos ocurre a los humanos, cuando expiramos y nos quedamos con el cuerpo quieto y sin vida. El tiempo se detiene entonces en nosotros como en los relojes, aunque, y a diferencia de éstos, seamos literalmente comidos por él.

Reloj de mesa."Minero". Viena, s.XIX. Casa-Museo Medeiros e Almeida.
Sin duda la preocupación por el tiempo, que surge en las edades avanzadas de la existencia, acaparó la atención de Medeiros e Almeida, motivando su compulsión compradora de relojes, para ver si hurgando en sus interiores descubría algún día el secreto de lo que su cuerpo también medía con el tic-tac del deterioro físico. El resultado es un acopio impresionante de relojes de todo tipo que el visitante puede ver en una de las últimas salas de la Casa-Museo. Un lugar que incita a profundas meditaciones.

Reloj despertador que dispara un tiro de pólvora y enciende una vela. Casa-Museo Medeiros e Almeida.


Relojes. Casa-Museo Medeiros e Almeida.
La Casa-Museo del Dr. Bissaya Barreto, en Coimbra.

En Coimbra, tuve la ocasión de visitar la Casa-Museo del también médico el Doctor Bissaya Barreto (1886-1974), un cirujano famoso y rico, creador de una fundación que lleva su nombre y que por lo visto dispone de muchos servicios de asistencia para las personas necesitadas. Situada junto al viejo acueducto romano de la ciudad –constituye una de las paredes del jardín de la casa–, se halla ubicada en un hermoso palacete construido con exquisito gusto.

Casa-Museo del Dr. Bissaya Barreto.
Dispone de colecciones interesantes que incluyen pintura, porcelana china, estatuaria, tapicería y muebles de época. Sólo se puede visitar la planta baja y no dejan hacer fotografías en su interior, por lo que me limito a mostrar algunas imágenes del jardín.

Jardín de la Casa-Museo del Dr. Bissaya Barreto con el acueducto romano al fondo.
Quizás sea el jardín, pequeño pero muy cuidado, lo más atractivo de esta Casa-Museo, jalonado de bonitas estatuas, azulejos al estilo portugués, fuentes y bancos donde reposar. Algo que aproveché para disfrutar de la paz que rezumaba, mientras el cuerpo descansaba y los sentidos encontraban el merecido solaz en todo lo que me rodeaba.

Jardín de la Casa-Museo del Dr. Bissaya Barreto.
El Museo de San Roque, de Lisboa.

He aquí un museo que adoro, especialmente por las preciosas imágenes de vírgenes y santos sin vestir (seis en total) que contiene y que siempre han llamado mi atención. En realidad, el museo es complementario a la visita de la iglesia de San Roque, la que fue principal sede de los Jesuitas en Lisboa, una maravilla de edificio renacentista pero con una decoración en las capillas de un barroco tardío espectacular.

Una de las capilla de la Iglesia de San Roque, de Lisboa.
Son impresionantes las dos vitrinas de relicarios que hay una a cada lado del altar mayor: una dedicada a figuras masculinas y otra a femeninas. Al no ser un entendido en arte religioso, me limito a mostrar algunas imágenes de las mismas.

Relicarios en la Iglesia de San Roque de Lisboa.
Respecto a las figuras de santos sin vestir antes mencionadas, creo que despertarán el interés de cualquier marionetista que las descubra, pues en realidad son puras marionetas prestas para salir a actuar, aunque su destino final sea el de permanecer en los retablos estáticos de alguna capilla de una iglesia que las compre, o en el mismo museo donde hoy habitan.




Figuras por vestir. Museo de San Roque de Lisboa.
Según me contó la persona responsable de una magnífica casa de antigüedades de la calle Augusto Rosa, estas faldas de sostén que muestran estas figuras son un invento portugués del barroco, para aligerar el peso de las imágenes, me imagino que pensando en los viajes de ultramar, pues no serían pocas las exportaciones que se harían de las mismas con destino a Brasil o a las colonias de África y Asia.

Figura por vestir, anticuario de la calle Augusto Rosa, Lisboa.
Reproduzco unas imágenes sacadas en la citada Casa de Antigüedades, de enorme interés y muy sugerentes.




Figuras por vestir. Anticuario de la calle Augusto Rosa, Lisboa.