domingo, 5 de agosto de 2012

Algunas reflexiones sobre Europa y los teatros de títeres


El titiritero Janus Cabalt en el Damsquare de Amsterdam
Enfrascado estos últimos meses en el proyecto de la triple revista Putxinel·li, Titreresante i Puppetring, no he tenido más remedio que distanciar las entradas de este blog, destinado como es bien sabido a las Rutas de Polichinela (Títeres y Ciudades de Europa) que llevan ya un par de años en marcha. Un proyecto de viajes y de escritura que deberá culminar con la publicación de un libro y con una exposición dedicada al mismo tema que se presentará en el TOPIC de Tolosa en septiembre de 2013.

Quiero aquí retomar el hilo del proyecto, pues aunque las entradas al blog han sido escasas, como decíamos, no lo es la dedicación al mismo, que siempre se ha mantenido activa aunque sin la visibilidad de antes.

Y la primera reflexión que se me ofrece es constatar el altísimo grado de actualidad que el proyecto contiene. Me refiero a esta perspectiva especial de observar Europa y sus ciudades desde la dualidad que ofrecen los títeres, en cuanto personajes de la proyección popular que durante años o incluso siglos en algunos casos, han encarnado la "alteridad" jocosa, oculta, prohibida y siempre inquietante, de las sociedades que los sustentan. Una alteridad por lo general oculta o reprimida, que los títeres populares liberan y ponen en los escenarios y sobre el estrado de las plazas públicas.

Sello con tem del Karagosis, el teatro de sombras griego
Incluso me atreviría a afirmar que la misma existencia de estas tradiciones y sus posteriores evoluciones en formas de teatro más cultas y sofisticadas, es una de las garantías que nos quedan en Europa para no sucumbir a esta tentación unilateralista hacia lo abstracto que representa el monoteísmo del capítal y del beneficio, que los países más propiamente luteranos y protestantes del  Norte Europeo hoy defienden con tanta alegría. Los países del Sur, más propensos a la dualidad figurativa y a aceptar las dobles caras de la vida (el caso del Vaticano es un ejemplo magnífico), ha caído por otra parte en una caricaturización de este sentirse dobles, cuyas mejores manifestaciones han sido las corruptelas de un Berlusconi en Italia, los engaños descarados de las élites financieras y políticas griegas, o los descaros estafadores de los grandes capitales y de la clase política en España. No cabe duda que esta perversión de la dualidad ha puesto por los suelos su prestigio, momento excelente para que los fanáticos de lo único lo aprovechen y aprieten las tuercas a los países que han caído en la trampa de la deuda, para exprimirlos hasta la extenuación.

Y, sin embargo, haber realizado un uso perverso de la dualidad no significa que ésta haya perdido interés ni  su carcácter intrínsecamente innovador y revolucionario. Muy al contrario, es más necesario qyue nunca reivindicar la plena consciencia de las dualidades (en vez de su camuflaje para poder aprovecharse de ellas y manipular a las poblaciones a través de las mismas) y empezar a crear un discurso en positivo de las mismas, un discurso bien sustentado por la experiencia y por las tradiciones del arte y de la cultura que siempre han tenido los fenómenos del desdoblamiento en la base de su ejercicio.

Cartel de Ramon Casas
Los teatros de marionetas se apoyan principalmente en el desdoblamiento y en la celebración de las dualidades, de modo que su práctica conlleva en si este ejercitarse en las disciplinas de la alteridad. Pero creo que habría que ir más allá de este uso y empezar a pensar en discursos afirmativos capaces de enfrentarse a los monopolios de los monoteísmos unilateralistas, que sólo tienen como solución la ley del más fuerte, es decir, del que tiene la verdad o la razón, que en el caso europeo es la razón económica, mientras que en otros monoteísmos religiosos son las razones del dogma y de los dioses únicos. La victoria del Partido Republicano en las próximas elecciones norteamericanas representaría en este sentido un peligroso deslizamiento del mundo occidental al más estricto fundamentalismo de esta abstracción que es el Capital, que los algoritmos financieros tan bien saben manejar y multiplicar, dando todavía más fuerza a esta tendencia actual de someter las poblaciones a los sistemas "curativos" del adelgazamiento de cualquier tipo de prestación social. Unas medicinas que simplemente "matan" al enfermo, como se ha venido demostrando.

No creo que la respuesta a estas realidades económicas sea únicamente política. Creo que la batalla ideológica es de igual importancia, y que debería desarrollarse desde la reflexión teórica (para estos están los filósofos profesionales) pero también desde la creación de nuevos discursos del arte y del pensamiento que planteen los nuevos escenarios en positivo de la dualidad, a modo de modelos alternativos puestos a disposición del público. En vez de perder el tiempo en las lamentaciones y en las denuncias en negativo (lo malo del mundo), que lo que hacen es situar los discursos a la defensiva, debería procederse a la "creación en positivo", abriendo caminos y paisajes nuevos en los que se dé cabida a la complejidad de los sujetos y a los mundos múltiples de la alteridad de las personas y de las verdades.

Revista Punch época victoriana
Por eso es importante fijarnos en los títeres y en las tradiciones populares que existen en los distintos países del mundo, pues reflejan  desdoblamientos y proyecciones colectivos de los pueblos, desvelando asimismo las realidades interiores y ocultas pero que el teatro ha hecho conscientes. Tradiciones que nos hablan de arquetipos colectivos, de tendencias y de creencias inconscientes, y que surgen en los pequeños escenarios de los teatros de títeres con insólita riqueza y esplendor de imágenes y de colores.

Una historia de Europa vista a través de los títeres sería así una historia vista "desde el otro lado", es decir, desde las realidades ocultas de los pueblos, con sus ansias vitalistas e irreprimibles de manifestación de las mismas. De alguna manera, tal sería el propósito indirecto de estas Rutas de Polichinela, al centrar la observación en la relación Títeres y Ciudades, buscando como en cada lugar se manifiestan las dualidades jocosas de los Polichinelas de turno, analizando sus secretos, sus rasgos distintivos, etc.