Pues bien, puede decirse que estos últimos días hemos sido testigos de una exaltación simbólica del personaje encarnado en el pueblo egipcio, que de pronto y porrazo se ha sacado de encima el miedo y una dictadura de treinta años.
Ha sido emocionante seguir hora a hora y minuto a minuto, la lucha llevada a cabo por la juventud sublevada en la Plaza de Tahir a la que se le ha ido sumando el grueso de la sociedad egipcia en números que sobrepasaban los millones. Una reacción insólita que muestra la madurez y la riqueza de este pueblo milenario, capaz de enfrentarse a los ataques de una policía prepotente y retorcida, y sin dejarse manipular ni amedrentar por el dictador y sus intentos desesperados de atajar la revuelta. Al final Mubarak tuvo que irse y aunque las cosas siguen confusas en el país, un cambio de tracendental importancia ha tenido lugar ante los ojos atónitos y desconcertados de medio mundo.
Europa, especialmente, se lo mira incrédula, aún sin acabar de tragarse lo que ha sucedido ante sus narices en apenas un par de semanas. Curiosos vientos de cambio y de emergencias vitalistas soplan por el Mediterráneo. Un vitalismo inteligente y bravo, altamente civilizado y muy creativo. Sin duda viejos y poderosos arquetipos redefinidos por la Modernidad se acaban de manifestar mostrando al mundo los nuevos rostros de épocas futuras. Un alivio para los pesimistas y una carga de revitalización para los que ya pensaban que la historia era una pesadilla sin remedio alguno. Las ciudades de Europa deberán mirarse en el espejo de esta macrociudad que es El Cairo, casi un país entero, que sin embargo ha mostrado una coherencia interna sin parangón alguno.
Los analistas hablan de las próximas revueltas del mundo árabe, pero en realidad son muchos más los países que deberían poner sus barbas a remojar y empezar a preocuparse. China prohibe la palabra Egipto en las redes de Internet (sintomático); Irán repite lo de Mubarak hace dos semanas: limitar Internet y frenar los flujos de redes y móviles; Berlusconi ve como las mujeres salen a la calle para reirse de sus chabacanerías… Creo que los vientos levantados en Túnez y Egipto son mucho más importantes de lo que pensamos.
Aragosi, esta almita antigua y rebelde de los barrios de El Cairo, y con él todos sus primos de la familia de Polichinela, está contento. Como todos los principios de vida anclados en lo popular, se rejuvenecen cuando los pueblos se levantan y se proclaman libres. Los titiriteros, humildes sombras a su servicio, sonreímos al ver la euforia de nuestras audaces y sorprendentes criaturas.
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