martes, 11 de enero de 2011

Paris y Polichinelle

(imagen de Polichinelle a finales del s.XVIII)

Llegué de Londres a Paris con la finalidad de concentrarme en esta ciudad y en el personaje de Polichinelle. Y lo primero que hice fue visitar a Didier Plassard, un reconocido estudioso del teatro de marionetas que me recibió con mucha amabilidad. Pude contrastar con él algunas de las ideas que me rondaban por la cabeza sobre la versión francés de la máscara napolitana, ese Polichinelle que durante el siglo XVIII tuvo tanta predicación en Francia y que en el XIX quedó un tanto desfigurado ante la irrupción de Guignol por un lado y por otros motivos más complejos de psicología y sociología histórica del personaje. De todas formas, Polichinelle continúa vivo como lo muestran las diferentes versiones que se siguen ofreciendo en la actualidad. Mañana mismo asistiré a una función del titiritero Philippe Casidanus en el Parc Georges Brassens.

Tampoco hay que olvidar trabajos tan potentes y duraderos como el desarrollado por Alain le Bon con su peculiar Polichinelle, con el que hizo una curiosa identificación personal. O el extraordinario trabajo de los dos jóvenes titiriteros Estelle Charlier y Romuald Collinet, de la compañía La Pendue, creada en Grenoble en 2003, ambos alumnos del Institut de Charleville y que ap
rendieron la técnica con Bruno Leone.

(el actor Laurent Dupont en su caracterización de Polichinelle)

También a destacar el magnífico trabajo de la compañía Faux Col que vi en Lyon en el año 2006 titulado "Effigie", obra escrita y dirigida por Renaud Robert, con la impresionante interpretación de Laurent Dupont, que ejercía él mismo de Polichinelle como actor y a su vez como titiritero manipulando a su doble de madera, con máscaras y títeres realizados por el artista escultor Francis Debeyre (vi una exposición suya en la Ópera de Lyon dentro del fesival Moisson d'Avril de 2006 que organiza Stéphanie Lefort, de los Zon Zon, titulada "La grimace de Pulcinella", una maravilla que impresionó a todo el mundo). Como puede comprobarse, una vitalidad, la del personaje, digna de ser tenida en cuenta.

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