Recorriendo las Rutas de Polichinela, me encuentro en París dónde las huellas del personaje abundan, no sólo en el pasado de la ciudad, sino también en su presente. Ayer estuve en el teatrillo que Philippe Casidanus tiene en el Parque George Brassens, en el 15ème arrondissement, como se dije aquí. Y la verdad es que fue un placer no sólo ver el espectáculo sino conocerlo a él personalmente. Lo conocí a través de Bruno Leone aunque nunca habíamos coincidido en nuestros caminos titiriteros. Supe así de una historia que proviene de los años ochenta, cuando él y el asturiano José Luís González, titiritero también residente en París desde hace años, heredaron los títeres y el repertorio del lengendario Guentleur, una familia de titiriteros cuyos orígenes se remontan a 1818. Mientras José Luís González (a quién veré este sábado en su teatrillo de los Champs Élysées) se quedó con el personaje de Guignol, Philippe Casidanus se concentró en Polichinelle.
Me enteré así de algo de lo que ya había oído hablar (Didier Passard me lo confirmó en nuestra charla el otro día) sobre como en el siglo XIX Polichinelle fue gradualmente por no decir “drásticamente” substituído por el nuevo personaje de Guignol, nacido ncomo se sabe en Lyon a principios del XIX y cuyo éxito llegó a París cuando en 1930 se instaló aquí un titiritero del sur, salido de Lyon a causa de la enorme competencia que existía allí ya en aquella época ante el éxito de Guignol.
(El Diablo y Polichinela, de P.Casidanus)
Uns substitución que dejó a Polichinelle algo desplazado como personaje de los teatros de títeres pero que siguió viviendo en el imaginario parisino, como lo demuestra la enorme iconografía existente sobre él así como varias obras escritas para ser representado.
El Polichinelle de Philippe Casidanus sigue el repertorio de Guentleur y utiliza los mismos títeres heredados del maestro, unas magníficas tallas de madera que respiran toda la antigüedad y la frescura escénica de los viejos tiempos. Es un Polichinelle amable, incluso educado (no siempre, claro) y poco belicoso, adaptado a los públicos de su teatrillo, que suelen ser niños de corta edad. El uso de la cachiporra está perfectamente medido según el espectáculo se presente en un interior o en el exterior: más suave en el primer caso (los niños pequeños se asustan cuando hay demasiados garrotazos) y más virulento en la calle, dónde los estacazos son casi caricias al lado de los embistes y los ronroneos del tráfico callejero.
(Casidanus en plena manipulación de Guillaume y Polichinela, visto desde el interior del retablo)
De hecho, el personaje principal, aun siendo Polichinelle por rango y nombre, lo es en realidad Guillaume, un niño que protagoniza la mayoría de las historias y que suele ser la mano derecha o el verdadero artífice que resuelve los problemas de Polichinelle. Otros personajes son Monsieur Boulou (que ejerce también de presentador), el Diablo (de color verde con cuernos amarillos), un oso, un cocodrilo, un Policía y un Genio bueno. También está Pierrot en el repertorio aunque no salió este día.
Phlippe hace todas las voces y manipula en solitario dentro de un magnífico teatro propiedad del Ayuntamiento de París (realizado a partir de los planos hechos por el mismo Philippe) que se encuentra instalado en el parque Gorges Brassens, como antes se ha dicho. Pude ver la función por dentro y por fuera, lo que siempre es una delicia y permite conocer al detalle las técnicas y los trucos del titiritero. La generosidad de Philippe Casidanus se extendió luego antes dos copas de vino con una buenísima información que me proporcionó sobre el personaje y su realidad actual.
Supe así que en París hay unos diez teatrillos de títeres instalados en sus parques, la mayoría dedicados al personaje de Guignol, aunque Polichinelle aparece también de vez en cuando. Una situación que proviene en realidad de la época de Napoleón III, cuando se promovieron con entusiasmo los divertimientos callejeros, una tradición que desde entonces se ha mantenido más o menos vigente. Los títeres son quiénes más han persistido en mantenerse fieles a este legado.
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