domingo, 24 de febrero de 2013

Kasperl en Halle. El señor Frieder Simon.

Retrato de Händel.
Mis Rutas en pós de Kasperl me llevan a Halle, la ciudad  más grande del land Sajonia-Anhalt, conocida especialmente porque en ella nació el genial Georg Friedrich Händel (1685-1759), compositor alemán que desarrolló casi toda su carrera en Inglaterra, autor de 43 óperas y de 26 oratorios, entre el que destaca el universalmente conocido El Mesías (1741), obra que sigue gozando del fervor incondicional del público.

En la actualidad, Halle, que perteneció a la antigua RDA, se recupera del gran bajón que representó para toda la zona el hundimiento del Comunismo, dejando obsoletas las principales industrias de la ciudad. A favor suyo tiene el hecho de que es la ciudad de Alemania que más cantidad de antiguos edificios catalogados contiene, al salvarse en parte de los grandes bombardeos de la Segunda Guerra Mundial. Algo que se nota muy agradablemente al pasear por el centro de la ciudad, lleno de casas nobles muchas de ellas todavía por restaurar, lo que le da un aire de preciosa ciudad a la que todavía no le han pasado el inevitable y arrasador cepillo de la uniformización turística. Lo que sin duda no tardará en llegar, como ya empieza a notarse en algunos detalles.

Por cierto, para los amantes del chocolate, importante saber que la fábrica más antigua de alemania de este producto es la Hallooren-Werke, de Halle. Acercarse a su antigua tienda en Delitzscher Street 70, y probar su original "Halloren-Kugeln"es uno de los placeres que no hay que perderse. 

Para nosotros, los titiriteros, Halle es importante también por su gran Teatro de Ópera y por su Teatro de Marionetas, ambos muy bien colocados en el ranking alemán y europeo. Un teatro de ópera de los de antes -que todavía tiene talleres de escenografía y de vestuario, cuerpos de baile y buenos elencos de voces e instrumentistas- y muy abierto a los compositores de afuera. Allí se estrenó con gran éxito la ópera Juana (2005, coproducción con el Festival de Ópera de Bolsillo y Nuevas Creaciones, de Barcelona), del compositor catalán Enric Palomar y la libretista inglesa pero residente en Barcelona Rebecca Simpson, y aquí se estrenará en octubre de este año una nueva ópera titulada Skydisc, del compositor también catalán Ramon Humet y de la misma libretista Rebecca Simpson. En cuanto al Teatro de Marionetas de la ciudad, es conocido por la calidad de sus montajes, siempre con una doble programación para niños y adultos. Actualmente están representando una versión con marionetas de la obra "El Jugador", de Fedor Dostoieski.

Retrato de Martin Luther en una fachada de la Marktkirche St. Marien
Importante saber que Halle está situada en el núcleo luterano por excelencia: Eisleben, la ciudad en la que nació Martin Luther, está a muy pocos kilómetros, y el mismo Lutero vivió un tiempo en Halle. No en vano aquí se guarda la Biblia Evangélica más antigua que existe. Una presencia que, como la del inmortal Händel, está presente en las calles de la ciudad.

Escultura dedicada al personaje popular "Zither-Reinhold".
Pero si de los personajes famosos queremos pasar a los más anodinos pero no por ello menos importantes, quedémonos con la imagen de un loco que tuvo la ciudad, Reinhold Lohse (1878-1964), más conocido por el vulgo como "Zither-Reinhold", quién por lo visto vivió de músico callejero conviertiéndose en una figura tan popular como querida de los vecinos de la ciudad. En su honor se ha levantado una bonita escultura, bien situada en la calle más céntrica y peatonal, obra de Wolfgand Dreysse, en la que el personaje, con una cara de pillo y de bufón juglaresco que bien podría ser la de un Kasperl anónimo y callejero, aparece desdoblado en dos: en una figura pequeña en la que un concentrado Reinhold toca una cítara, y otra figura exultante, jocosa y feliz, en la que nuestro héroe se regodea de la música y de la existencia libre que le ha tocado en suerte.

El Kasperl del señor Frieder Simon.

El señor Frieder Simon con el Kasperl de "La Muerte Madrina".
Pero la razón primera y última de mi llegada a Halle no es ninguno de los reclamos antes anunciados, sino porque aquí es donde vive uno de los más reconocidos y auténticos maestros de Kasperl, el señor Frieder Simon, que sigue muy activo con el personaje. El azar quiso que lo conociera a través de su hija, Sophia Simon, filóloga que habla perfectamente el italiano, el francés, el castellano y el catalán, además del inglés, el ruso y el alemán. Anuncié mi llegada hace ya unos días, y la suerte me ha acompañado, al coincidir con una actuación suya en un histórico lugar de Sajonia-Anhalt, en el restaurado castillo de Hobeck, en la localidad de Leitzkau, no lejos de Magdeburgo, la actual capital del Land. Insisto en el adjetivo "restaurado" porque casi todos los edificios históricos que se conservan en esta zona de Alemania han tenido que ser restaurados o simplemente reconstruídos, aquejados por los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial.

Otros títeres de Frieder Simon
Fui invitado a acompañarle a él y a su hija Sophia, que acudió en calidad de traductora, y pude así conocer en directo y de primera mano la manera de trabajar de este veterano titiritero. Presentó una obra de su repertorio para adultos, una preciosa adaptación del cuento de los Hermanos Grimm "La Muerte Madrina" en la que el protagonista no es otro que Kasperl. Lo que obliga al titiritero a cambiar el final de la historia, pues bien sabido es que Kasperl no puede morir, por la simple razón de que es inmortal.

Viendo actuar al Maestro Simon, comprendí que lo más interesante de su espectáculo era la apropiación tan personal que se había hecho del personaje de Kasperl así como del cuentro de los Grimm, al expllicar la historia con un lenguaje tan propio y original, y, a la vez, tremendamente sencillo en cuanto a la forma -resultado de un enorme trabajo de depuración estilística, por supuesto. Una depuración que se nota producto del oficio y de los años de experiencia, y por ello mismo, diáfana, clara y transparente. Es decir, sin una gota de intelectualismo, que es lo que suele molestar en los procesos de depuración estilística.

La sala del castillo de Hobeck, con el retablo del señor Simon al fondo.
Empezando por el mismo protagonista, Kasperl. Parece una abstracción del personaje de rasgos grotescos con los que a menudo se le representa. Y aquí es donde debemos alejarnos de la mirada corta y ver estos procesos con la distancia de la perspectiva histórica, es decir, saber que el contexto en el que Simon creó a su particular Kasperl fue el de la RDA, una sociedad cerrada, vigilada y sofocante, en la que para sobrivivir cada uno tenía que inventarse sus espacios particulares donde respirar y sentirse libre. Es evidente que para Simon este espacio fue el de los títeres, y que en él encontró a Kasper como un doble muy cercano pero a su vez suficientemente alejado como para permitirle decir las cosas que él jamás se hubiera atrevido a decir, si no quería caer en el ostracismo del sistema.

Otro kasper del señor Simon (foto realizada en su casa).
Conectó de este modo el titiritero con la función principal que siempre ha tenido Kasperl o Polichinela, que es la desdoblarse para chillar en voz alta lo que sólo se permite decir a los títeres, esquivando las reglamentaciones incómodas del comportamiento social y encarnando de este modo los anhelos libertarios inherentes al pueblo, especialmente cuando éste se halla sometido. Pero lo hace Simon con el refinamiento de la estilización que propicia el profundo poso cultural del pueblo alemán -y una esmerada educación artística, bajo la influencia directa, en este caso, de la Escuela Bauhaus. Es decir, sin arrogancia ni pedantería ni impostación alguna. Una naturalidad madura que solo el dominio del oficio y la honestidad del artista permiten.

Frieder Simon con el teatro y los títeres puestos en dos maletas, de joven.
Es curioso que el nombre escogido por Simon para su compañía sea el de Larifari, apellido que toma el Kasperl de Múnich (el que Graf Pocci fijó para la historia) y que derivaba a su vez del personaje encarnado por el actor La Rocha, como se indicaba en el artículo anterior. Extraño porque ya dijimos que Kasperl Larifari solía representarse como marioneta de hilo y no de guante. Quizás con ello el titiritero de Halle nos quiere decir que su Kasper, aun siendo de guante, busca conectar con la corriente más culta del personaje o, simplemente, huir de la deriva hacia lo grotesco de los Kasperls populares de guante para insistir en una estilización inteligente y más abstracta.

Simon con su primer Kasper.
Sea como sea, el Kasper -vean que en esta zona de Alemania, nuestro personaje pierde la letra ele, acercándose a la denominación de la región de Bohemia, pues en Praga toma el nombre de Kaspar o Kasparec (pequeño Kaspar)- del señor Frieder Simon adquiere un perfil propio y personalizado, como es de necesidad que ocurra, en una geografía que ha gustado tanto dejarse mecer por los tremendos vaivenes de la Historia. No es fácil haber pasado por la última Gran Guerra Europea (Simon la vivió de niño), adaptarse luego al modelo soviético para de pronto pasar, ya en la edad madura, al nuevo capitalismo del sálvese quién pueda. Sobrevivir a todas estas hecatombes es desde luego meritorio, pero requiere de un truco o un secreto: sin duda en el caso del titiritero de Halle es Kasper y su profunda capacidad liberadora. No es de extrañar que Simon le profese tanta devoción: en todos sus espectáculos sale su personaje fetiche, de un modo u otro, y siempre bajo formas diferentes.

Las multiplicidades de Kasperl y los espejos interiores del titiritero.

Karpar checo antiguo en el rellano de casa de Frieder Simon.
Ya dijimos en el capítulo anterior de este viaje tras las huellas de Kasperl, que son muchas las caras de las que dispone nuestro personaje. Vimos que en principio estaba el Kasperl Larifari y todos los que le siguen movidos con hilos o barra de hierro en la cabeza, y los definimos como personajes de obras con texto dramático escrito. Y luego hablamos de los títeres de guante más dados a la improvisación, a los argumentos sencillos y esquemáticos, y con tendencia a exagerar sus rasgos hacia lo grotesco o hacia una mayor abstracción. Pero lo que no habíamos visto es que en un mismo titiritero pudiera existir también una infinidad de caras de Kasper. Ello es lo que descubrimos al visitar los "cuarteles de invierno" del Maestro Frieder Simon y husmear brevemente por sus armarios y cajones.

Dos rostros distintos de Kasper.

Nada más entrar en su casa, tres viejas marionetas, seguramente del siglo XIX y de origen checo, nos reciben en el rellano. En el centro de los tres, un Kaspar de los de bigote, antiguo pero que todavía mueve ojos y boca tirando de un hilo.

Metidos ya en el amplio apartamento, descubrimos poco a poco una increíble variedad de caras de Kasper, como si el titiritero necesitara en cada nuevo espectáculo afirmar su segunda personalidad, que con los años se confundiría con la primera, sin actitudes trascendentales sino más bien juguetonas, no para amargarse sino al revés, para crear vida, alegría y reirse del mundo y de las dificultades.


La señora Barbara Simon frente a algunas de las criaturas a las que ha vestido..
Pero junto a las caras de construcción propia, van apareciendo del fondo de los cajones otros Kasperls procedentes de otras manos que se han sumado a la colección de los primeros. Es la colección privada que Frieder Simon ha ido acumulando durante su carrera artística. Imaginamos a todos estos Kasperls en un diálogo continuo entre ellos, buscando cada uno lo que tiene el otro que no tiene él, mientras al lado se acumulan princesas, muertes, diablos, payasos de caras endiabladas, don Juanes, Medeas, prostitutas, y un sinfín de comparsas que hacen de coro a los protagonistas de toda esta fiesta silenciosa. Pues parece obvio que en todos estos elencos reina Kasper, es decir, el alter ego de Frieder Simon, al que va modelando siguiendo el ritmo de los años del mismo modo que las manos de la vida lo van moldeando a él, al Simon real.  Así se mantiene el tono alto y una vitalidad fresca y juguetona, sobretodo cuando además hay una familia que también crece y se multiplica.

Kasperl antiguo de la colección del señor Simon.
Llegados a este punto, hay que insistir en esta frase que resume tantas cosas y muchas veces es olvidada por los observadores: "chercher la femme". Todas estas caras, hechas de madera, de cartón piedra o de otros materiales reciclados, necesitan un cuerpo, es decir, necesitan que se les vista. Y aquí es donde surge el trabajo silencioso y aparentemente invisible -en realidad, luce tanto como el de las caras- de Barbara Simon, la esposa del titiritero, encargada de crear los cuerpos de las criaturas que van naciendo de las manos de su marido. Pues si la cara es el alma de los títeres, el vestido es su cuerpo, de ahí la importancia cabal de este trabajo.

El señor Simon con uno de sus títeres.
Kasperl antiguo de estilo "Bauhaus" de la colección del señor Simon.
La visita en casa de los Simon fue todo un gozo titiritero, gracias a la generosidad de los anfitriones que no dudaron en abrir tanto sus corazones como sus muebles con sus vitrinas y cajones repletos de tesoros. Ante nuestros ojos se iba desplegando no sólo la quintaesencia creativa de toda una vida de titiritero, sino también la historia objetiva de los títeres del país, en esa faceta tan necesaria como entrañable que es la del teatro popular de los títeres de guante, siempre tan olvidado por las historias oficiales. Lo que antes se hacía en las calles y que sólo al cabo de las décadas o de los siglos acababa en las vitrinas más recónditas de los museos folclóricos de pueblos y ciudades, se encuentra concentrado y elevado a la categoría de arte en la vida y en la casa de Frieder Simon. Se entiende entonces esta necesidad de estilizar los trazos, de sacar su oficio del arroyo de la Historia, de sumar rostros que son perspectivas vitales.

Tres Kaspers diferentes del señor Simon.
Se notan aquí los estudios de los señores Simon en la escuela de arte de la línea Bauhaus, la Burg Giebichenstein Kunsthochschule Halle, donde ambos se conocieron, que marcó para siempre este gusto por el rigor de las líneas bien trazadas, de la síntesis expresiva, y de la estilización cubista.

Todo el trabajo de Frieder Simon rezuma estos principios adquiridos en su juventud, y que fueron su referente a lo largo de sus años de titiritero. También se nota su primer oficio de carpintero que ejerció antes de entrar en la escuela, y el gusto por trabajar la madera, el torno y los buenos acabados. 

Kasperl antiguo, sostenido por Sophia Simon.
En posteriores artículos recogeremos algunas reflexiones surgidas en los diálogos mantenidos con Frieder y Sophia Simon, respecto a posibles relaciones entre los estilos titiriteros y los contextos culturales y religiosos en las distintas regiones habitadas por Kasperl.

Muerte de la colección privada del señor Simon.
Fantasma de nieve de Kasperl en los jardines de la casa de los Simon.
Ejecutado por Emilia Simon.

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