jueves, 16 de mayo de 2013

De nuevo en Estambul

Estas Rutas de Polichinela, es decir, yo mismo, ya estuvieron en mayo de 2011 en la gran capital del Sur de Europa en que se ha convertido Estambul. Poder regresar ahora, cuando el primer libro de esta serie que pretende tratar la relación entre Títeres y Ciudades está ya prácticamente terminado, es una suerte, pues me permitirá afinar en el último capítulo, que es el dedicado a esta ciudad.

Cengiz Özek, con Hacivad en primer plano.
Acudo invitado por Cengiz Ozëk, director del Istanbul Internacional Puppet Festival, para dar una conferencia, el viernes 17 de mayo, sobre el tema de este blog: Rutas de Polichinela. Y de paso veo alguno de los espectáculos del Festival y me pongo al día sobre los planes de Cengiz, un agitador cultural de los títeres como los hay poco.

El azar quiso que el primer espectáculo visto fuera precisamente "El Árbol Mágico", de teatro de sombras de Karagöz, un clásico ya de Cengiz Özek -lo ha representado más de 500 veces por todo el mundo- que conozco muy bien. Le pedí de verlo desde atrás, como ya he hecho en otras ocasiones, pues resulta un fantástico doble espectáculo ver actuar a Cengiz manipulando las sombras. También se le permitió el paso a la periodista y fotógrafa americana, Lois Parshley, entusiasmada porque pudo hacer un buen reportaje fotográfico. Yo también hice algunas fotos, que adjunto en esta entrada, pues explican muy bien la técnica del Karagöz.

 Al acabar la función, fuí con Cengiz a su Centro de Marionetas desde donde dirige el Festival, situado muy cerca de la plaza de Taksim y, en la sala de mandos del mismo, tuvimos una larga y agradable charla los dos con nuestro inglés macarrónico pero que permite comunicarnos muy bien.

Supe así que su plan de abrir en Istambul un teatro-museo de marionetas dedicado a Karagöz sigue adelante. Ha creado para ello una fundación llamada Istanbul Karagöz Puppet Fondation, herramienta indispensable para poder operar con ella en la dirección del teatro-museo. Su idea es hacerse con un par de edificios históricos de la época bizantina que se encuentran junto al Cuerno de Oro, al lado de otros edificios parecidos que ya se han destinado a museos y otros fines culturales, restaurarlos y convertirlos en el nuevo espacio soñado por Özek. Tan maduro está el plan, que ya tiene pensada la disposición de los espacios: en la planta sótano piensa poner el teatro. En la planta baja, la tienda y un taller permanentemente abierto.

El primero y segundo piso estarían dedicados al museo, centrado exclusivamente en Karagöz y en algunas tradiciones que le son afines (como las sombras de Java y de los Mamelucos egipcios de la Edad Media), y también piensa en otro espacio complementario para exposiciones temporales, de seis meses de duración, dedicadas a las tradiciones de países en concreto. Como puede verse, el Teatro Museo de Cengiz Özek ya existe en la imaginación de su creador, primer paso para que alcance la realidad.

En primer plano, la pandereta de Stefan Carelius, ayudante musical
y rítmico de Cengiz Özek.
Por la noche pude ver un espectáculo turco de la compañía Kocaeli Sehir Tiyatrosu, muy bien manipulado con unos curiosos títeres medio de guante pero de cuerpo entero, es decir, con piernas para caminar, que ocurría todo en un estación de tren. No me enteré mucho de la historia, pues estaba en turco, pero sí me pareció un trabajo interesante y muy bien interpretado, con unas voces muy convincentes.

Más tarde, vimos el espectáculo de Christoph Bochdansky, de Austria, titulado "All about the World", en el Garajistanbul. Debo decir que disfruté mucho del mismo, pues siempre me impresionan los titiriteros que se atreven a enfrentarse al tema de la Creación, en mayúscula, proponiendo imágenes y un relato convincente a tan espinoso tema. Y la verdad es que cuando Bochdansky se presentó ante el público diciendo que él era el Universo, sólo cabían dos posibilidades: o te lo crees o no. Yo me lo creí -pues cada vez me gusta más disfrutar con la máxima ingenuidad de los espectáculos- y la verdad es que gracias a esta posición de partida disfruté mucho de la obra. Sobretodo al principio, cuando el Universo creador nos va mostrando las extrañas criaturas que surgen de la nada, o de sus rincones oscuros. Seres raros, medio grotescos y medio simpáticos, estrafalarios todos, y caprichosos. Muy hermosa la presentación y los movimientos

Christoph Bochdansky en un momento de su creación.
Luego la mitología que se inventa el ausríaco se complicó un poco, sobretodo con los dos cocodrilos que son los responsables de que haya sangre en el mundo. Pero aún así, yo disfruté hasta el final del espectáculo, sobretodo porque me picó la curiosidad de saber hasta donde es capaz de llegar un Universo en su pulsión creadora cuando es consciente de la misma. Un atrevimiento mayúsculo ante el que sólo puedo levantarme el sombrero con admiración y respeto.


Por cierto, ha sido una alegría encontrarme a mi mismo por la calle de Istiklal. Bueno, en realidad no era yo, sino una foto mía perteneciente a una exposición que se hace en este calle al aire libre con fotografías en blanco y negro de Mauro Foli. Un encontronazo que ha sido una alegría y motivo de reflexión.

Hoy lo he dedicado a pasear por la parte vieja de Estambul, lo que era antiguamente Constantinopla. Como siempre, me he dejado fascinar por esta ciudad  que parece reventar de vida y de energía.

Imagen del Gran Bazar



Business-niños de pelo en pecho, barba y bigote nos invitan al consumo.

La moda otomana se paseo cerca del Mercado de las Especies.

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