(Rebecca Simpson, Toni Rumbau y Gürsel Bulut)
Cuando se está en Estambul, hay que visitar el Gran Bazar. No es que sea una obligación, pero es que la atracción de este viejo mercado que tiene más de 5.000 tiendas y 27.000 personas trabajando en él, es irresistible para los viajeros. Si además conoces a alguno de los comerciantes que tiene allí su negocio, entonces la obligación se convierte en uno de los placeres más saboreados de Estambul.
Conozco a Gürsel Bulut desde hace ya varios años. me lo presentó Pablo Martín Asuero, quién fue director del Instituto Cervantes de Estambul y actualmente está al frente del de Damasco. Gran fumador de narguilé, me llevó Pablo a uno de los cafés más emblemáticos de la zona del bazar y allí me presentó a Gürsel. Juntos compartimos un par de pipas, y más tarde visité la tienda de lámparas que entonces tenía cerca de Topkapi. Actualmente se ha trasladado al centro mismo del Gran Bazar. Allí nos recibió hoy a mi y a Rebecca Simpson, que me acompaña en esta ocasión.
Me contó Gürsel sabrosas anécdotas del Bazar y me puso al día sobre algunas cuestiones políticas del país. Aproveché también para hacerme con unas cuantas siluetas del Teatro de Sombras del Karagöz, del que es un gran entendido y promotor. Me dijo algo que no sabía: el hecho de que las cofradías sufís de los derviches utilizaron el teatro de sombras hasta bien entrado el siglo XVIII para enseñar a los aprendices que eran iniciados en los místicos saberes. Está buscando documentación sobre el asunto y tiene pensado reproducir textos y siluetas tal como se supone eran utilizados para este fin.
(Figura de Albanés, personaje del Teatro de Karagöz)
Un encuentro que debe realizarse en noviembre de nuevo en Estambul, organizado por Cengiz ozek, sobre el tema de Karakoz, podría ser idóneo para presentar esta primicia de la que nadie hasta hoy me había hablado. Adjunto un par de fotografías hechas en la tienda de Gürsel Bulut.
Cuando se está en Estambul, hay que visitar el Gran Bazar. No es que sea una obligación, pero es que la atracción de este viejo mercado que tiene más de 5.000 tiendas y 27.000 personas trabajando en él, es irresistible para los viajeros. Si además conoces a alguno de los comerciantes que tiene allí su negocio, entonces la obligación se convierte en uno de los placeres más saboreados de Estambul.
Conozco a Gürsel Bulut desde hace ya varios años. me lo presentó Pablo Martín Asuero, quién fue director del Instituto Cervantes de Estambul y actualmente está al frente del de Damasco. Gran fumador de narguilé, me llevó Pablo a uno de los cafés más emblemáticos de la zona del bazar y allí me presentó a Gürsel. Juntos compartimos un par de pipas, y más tarde visité la tienda de lámparas que entonces tenía cerca de Topkapi. Actualmente se ha trasladado al centro mismo del Gran Bazar. Allí nos recibió hoy a mi y a Rebecca Simpson, que me acompaña en esta ocasión.
Me contó Gürsel sabrosas anécdotas del Bazar y me puso al día sobre algunas cuestiones políticas del país. Aproveché también para hacerme con unas cuantas siluetas del Teatro de Sombras del Karagöz, del que es un gran entendido y promotor. Me dijo algo que no sabía: el hecho de que las cofradías sufís de los derviches utilizaron el teatro de sombras hasta bien entrado el siglo XVIII para enseñar a los aprendices que eran iniciados en los místicos saberes. Está buscando documentación sobre el asunto y tiene pensado reproducir textos y siluetas tal como se supone eran utilizados para este fin.
(Figura de Albanés, personaje del Teatro de Karagöz)
Un encuentro que debe realizarse en noviembre de nuevo en Estambul, organizado por Cengiz ozek, sobre el tema de Karakoz, podría ser idóneo para presentar esta primicia de la que nadie hasta hoy me había hablado. Adjunto un par de fotografías hechas en la tienda de Gürsel Bulut.
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