Con el nombre de Le Strade di Pulcinella se presenta del 21 de enero al28 de febrero de
2017, en el Centro Cultural Aldo Moro de Cordenons
(región de Friuli, en el noreste de Italia), sede de la compañía
Orteatro, una exposición sobre los personajes europeos de la familia
polichinesca realizada a partir de la que ya se hizo en el TOPIC de
Tolosa con el nombre de Rutas de Polichinela (ver aquí),
basada en el libro homónimo escrito por Toni Rumbau (ver aquí). En efecto, como complemento a las piezas que provienen de Tolosa, se
exponen otros muchos títeres que muestran la extraordinaria variedad de
personajes -o 'máscaras' como se les llama aquí - existentes en Italia.
Polichinelle. Museo del TOPIC de Tolosa.
De alguna manera se repite la misma operación que ya se hizo en Portugal,
cuando la exposición 'Rotas de Polichinelo' fue presentada en
el Museu da Marioneta de Lisboa con la aportación
extraordinaria de los Robertos sacados de sus fondos (ver
aquí). Un trabajo excelente, el realizado por el TOPIC de Tolosa, al
desplazar la exposición por otras ciudades y enriquecerse con estas nuevas
aportaciones. Cumple de este modo con la lógica y la propia filosofía del
proyecto, que no es otra que mostrar cómo las distintas tradiciones titiriteras
de Europa hablan el mismo lenguaje y expresan los mismos principios, de modo
que los títeres en Europa cumplen con esta paradoja, tan importante y tan
necesaria hoy en día, de convertirse en un terreno donde las diferencias,
además de separar, unen.
Walter Broggini, con Pirù a la derecha.
El artífice y comisario de la exposición de Cordenons es el titiritero de
Varese (provincia al noroeste de la Lombardía) Walter Broggini
(ver
aquí), inventor él mismo de una de las máscaras de nueva creación más vivas
de la región, Pirù. No es la primera exposición comisionada
por Broggini en el Centro Aldo Moro con Ortoteatro (ver aquí).
Gracias a una fecunda colaboración artística con el equipo de Cordenons,
capitaneado por el actor y director Fabio Scaramucci, Broggini
ya presentó en enero de 2013 la exposición 'Burattini. Il teatro della
meraviglia' que mostró una visión genérica del mundo del teatro de
marionetas, y en enero de 2015, 'De Arlecchino a Cipì', una
exposición en la que se hacía un recorrido desde los títeres de la tradición
hasta el teatro de los años 50-70, con una atención particular a figuras como
Maria Signorelli, Otello Sarzi, Tinin y Velia Mantegazza, y Lele Luzzati,
nombres todos ellos fundamentales para entender el actual teatro de figuras en
Italia.
Tartaglia, máscara de Verona. Fondo de Luigi Cristini, realizado por
Enrico Manzoni (Bérgamo).
En la idea de crear esta exposición, tuvo un papel importante Bruno
Ghislandi, de Bérgamo, cuando los tres coincidimos en esta ciudad en
octubre de 2014, en unos encuentros organizados por Ghislandi alrededor de la
figura de Gioppino, la máscara más profundamente bergamasca, y
las distintas personas que todavía lo practican (ver
aquí). Ghislandi ha sido, por otra parte, el suministrador de una buena
parte de los títeres italianos que se han mostrado en las exposiciones tanto de
Tolosa, Lisboa y Madrid, como ahora en Cordenons.
Gioppino, de Pietro Roncelli, Bérgamo.
Lo bueno de estas exposiciones realizadas por Broggini y Ortoteatro es que
se complementan con un intenso programa de actuaciones, talleres, visitas
comentadas, encuentros y conferencias, de modo que los dos meses de duración de
la misma se convierten en una especie de festival centrado en la temática de la
exposición, lo que dispara su interés y garantiza una afluencia de público
siempre muy alta.
Romano Danielle y Walter Broggini comentan la exposición.
En el caso presente, hubo una representación inaugural a cargo del gran
maestro titiritero de Bolonia Romano Danielli, uno de los
grandes que continúa manteniendo vivo el teatro de la tradición, y a los dos
días estaba invitado yo mismo a realizar una conferencia junto a Walter
Broggini sobre el tema de la exposición. A su vez, está previsto que
actúen en el Aldo Moro las compañías de la Casa di Pulcinella di Bari, I Pupi
di Stac de Florencia, Nata Teatro de Arezzo, Tieffeu de Perugia, Eugenio
Navarro de La Puntual con Rutinas y el personaje de Malic, de Barcelona, así
como las compañías de Walter Broggini, la ya citada de Romano Danielli, y
Ortoteatro.
En cuanto a los Encuentros, el 3 de febrero está previsto el acto 'Maestri
burattini, allievo Arlecchino', un encuentro entre la actriz
especialista en Comedia del Arte Claudia Contin Arlecchino (ver aquí)
y el estudioso e historiador Remo Melloni, director científico
del Museo 'Il Castello dei Burattini', de Parma (ver aquí).
También para las escuelas hay un programa específico centrado en la temática
de la exposición.
'La prova del coraggio', con Romano Danielli y Mattia Zecchi. Los
nuevos personajes de la tradición italiana.
De Bolonia vino el gran maestro Romano Danielli junto al joven
Mattia Zecchi, mano derecha del veterano titiritero y uno de los
nuevos valores al alza de los que trabajan la tradición hoy en Italia. Actuó en
la hermosa Sala de Conferencias, con banderas de muchos colores en ambos lados
de la sala pertenecientes a las distintas corporaciones del lugar, y con nobles
asientos de madera para los consejeros de la ciudad cuando se reúnen allí, lo
que dio a la función un halo de entrañable relieve protocolario, el que se
asocia a los eventos más llanos de la representación popular.
Fabio Scaramucci presenta el espectáculo de Romano Danielli.
Con un retablo de madera al viejo estilo, con telón, decorados que suben y
bajan, atril incorporado para poner el texto o 'copione', como se dice en
italiano, y una técnica muy sencilla consistente en dos simples micrófonos y un
pequeño equipo de sonido para poner de vez en cuando, en los cambios de
decorado especialmente, una música grabada de acompañamiento, los dos
titiriteros, sénior y júnior, perfectamente acoplados ambos en las voces y en
los mutuos apoyos, hicieron gala de un oficio de los de alto vuelo.
En la boca del teatrillo de Danielli y Zecchi, confluían siglos de práctica
y de escritura para títeres, en una tradición como la italiana que se remonta al
filón de la Comedia del Arte, siempre con alguna de las máscaras de la primera
época (Brighela, Balanzone y Pantalón en este caso) pero sobretodo con las
nuevas que surgen básicamente a principios del XIX.
Telón del retablo del maestro Romano Danielli, con las principales
máscaras de su teatro: Balanzone, Brighella, Sandrone, Sganapino, Arlecchino,
Colombina y Fagiolino.
Conviene detenerse aquí un momento para indicar cómo estos personajes nacen,
en efecto, al prohibir Napoleón en la Italia del norte las máscaras de los
actores al ser consideradas como una práctica execrable propia del Antiguo
Régimen. Acorralada por la Historia, la Comedia del Arte
encuentra cobijo en los teatros de títeres, que pueden seguir representando a
los viejos personajes, pues la máscara en un muñeco no oculta su alma, al
identificarse ésta con su apariencia. Así replegado el viejo Mestiere, la
vitalidad de los actores de la Comedia del Arte, ante esa nueva situación que
permite multiplicar a los actores sin necesidad de ampliar la compañía, les
empuja a inventar nuevos personajes, que aparecen la mayoría sin máscara en el
rostro (a pesar de que se les siga llamando 'máscaras', tan arraigado estaba
este tipo de teatro en el pueblo).
Algunos de los títeres de Romano Danielli, con Fagiolino en primer plano.
Se trata de esta segunda oleada de personajes que sucede a la primera del
Renacimiento, cuando se establecen los nombres principales que el Barroco
cultivará y estirará hacia los excesos. Coincide esta segunda ola con el
triunfo de las ideas ilustradas, con la Revolución Francesa, con la expansión
Napoleónica y con las grandes revoluciones burguesas del XIX, cuando se impone
el nuevo individualismo ya liberado de las ataduras de la Iglesia y del régimen
aristocrático, aunque bien integrado por estas nuevas armaduras colectivas, las
naciones, que generan el entusiasmo de unos nuevos marcos de identidad a los
pueblos europeos. Un entusiasmo que el romanticismo y el optimismo burgués
elevarán hacia los nacionalismos, ese veneno que acabará corroyendo la sociedad
de Europa para conducirla al desastre de sus dos guerras civiles.
Baciccia della Radiccia, de Génova. Marioneta de hilo de la Primera
Compañía Marionetística Pallavicini, de Novi Ligure. Obra de Luigi Ajmino,
Genova. Exposición 'Strade di Pulcinella'.
Un caso curioso son las ciudades italianas del norte, muchas de ellas libres
o integradas en pequeñas y laxas unidades políticas, lo que permite que las
colectividades locales tengan la suficiente autonomía para proyectar sus deseos
de afirmación y de singularidad cada una en personajes diferentes, una prolija
atomización que no sucede con tanta alegría en los demás países de Europa,
sobre todo en los mayores, atrapadas ya sus poblaciones en estados grandes y
poderosos, y por ello, con capacidad menor de proyectar rostros distintos en
los teatrillos de títeres.
Meneghino, máscara de Milán. Títere de Benedetto Ravasio, construido por
Minutoli, Bérgamo. Exposición 'Strade di Pulcinella'.
Nacen en Italia los nombres de Gianduja en Torino, de Gioppino en
Bérgamo, de Meneghino en Milán, de Pampalughino y Tascone en Tortona, de
Fagiolino y Sganapino en Bolonia, de Tartaglia y Facanapa en Verona, de
Sandrone en Modena, de Baciccia en Genova, de Peppe Nappa en Catania, y aún
muchos otros personajes secundarios que complementan a los principales.
Dottor Balanzone, máscara de Bolonia. Títere de Romano Danielli.Exposición 'Strade di Pulcinella'.
Una creatividad popular que sólo puede explicarse por el enorme peso de la
tradición local de la Comedia del Arte y sus personajes principales, a los que
Goldoni supo darles un empujón hacia la modernidad, abriendo nuevas vías de
desarrollo a las comedias de máscaras.
Esta riqueza local se halla presente en la exposición de Cordonons, gracias
a la ampliación italiana realizada por Walter Broggini, y la pudimos ver viva
en el espectáculo de Romano Danielli y Mattia Zecchi.
El maestro de Bolonia sacó a algunos de sus personajes favoritos, como el
sexteto protagonista Fagiolino, Dottor Balanzone, Pantalone, Brighela,
Sganapino y Sandrone, que deberán enfrentarse a dos bandidos de
rostros tremebundos, el malo malo y el malo simple objeto de burla. Hilarante
la escena de equívocos y enredos basados en el hambre entre Fagiolino y
Sganapino disfrazado de Muerte, que conducirá al final feliz de los dos
bandidos que salen escarmentados de la escena.
Romano Danielli y Mattia Zecchi en plena función, con Dottor Balanzone y
Sandrone.
La representación fue muy ilustrativa para entender el lenguaje de la
comedia con sus máscaras habituales, ya que en la obra presentada salían las
mayoría de los personajes más importantes dentro de la tradición boloñesa. Un
placer ver al señor Danielli lidiar con sus títeres, todos de madera tallada y
algunos de un peso considerable, sin que la edad del titiritero le privara de
la viveza que requiere el argumento.
El Maestro Romano Danielli con Fagiolino, su máscara preferida.
Teatro hablado de mucho texto, si lo comparamos con las formas más
coreográficas y musicales del Pulcinella napolitano. Y es que a diferencia de
algunas de las tradiciones europeas de los polichinelas de cachiporra, que
buscan historias y textos muy sintéticos, el teatro de estas máscaras tardías
del norte de Italia mantiene vivo el estilo goldoniano de la Comedia del Arte,
con un bonito regodeo de la palabra. Por eso se dice que cuando los actores y
directores del siglo XX quisieron recuperar parte del quehacer dramático de la
vieja Comedia del Arte, no tuvieron más remedio que recurrir a los teatros de
títeres que mantenían aún vivos a los viejos personajes y sus formas de
recitar.
Mattia Zecchi con uno de los bandidos de la obra.
Al acabar la actuación del señor Romano Danielli, los presentes pudimos
saciarnos dando vueltas por la exposición donde los mismos personajes que
habíamos visto en el retablo de los títeres, lucían allí sus rostros y
expresiones con aplomada y virtuosa indiferencia. Un verdadero lujo para los
que amamos este tipo de cosas, dando saltos al pasado sin salirnos del
presente.
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