Ya anuncié
en su día que estas Rutas de Polichinela eran un proyecto que estaba destinado
a estirarse en el tiempo. Tras la publicación del libro en castellano, catalán
y portugués, nuevas oportunidades de conocer otras ciudades y tradiciones han surgido.
¿Y dónde mejor que en Italia podía haber ocurrido? El país de Europa sin duda
más rico en patrimonio titiritero con una virtud principal: el alto grado de
vitalidad que aquí la tradición posee.
 |
La señora Pina Ravasio con Margi en primer plano, la madre de Gioppino. |
Fue Bruno
Ghislandi, esencial colaborador en las dos exposiciones de estas Rutas
realizadas en el TOPIC de Tolosa y en el Museu da Marioneta de Lisboa (él fue
el artífice de la importante presencia de los títeres italianos en las mismas)
quién me urgió a conocer las tradiciones aún
vivas del norte de Italia: si el libro tenía que traducirse un día al
italiano, sería bueno añadirle unos capítulos dedicados a sus personajes principales.
No es ninguna broma: estamos hablando de nombres de la categoría de Arlequino,
Brighella, Gioppino, Gianduja o Fagiolino, de una importancia incontestable.
 |
Benedetto Ravasi y su esposa Pina, en una foto histórica del fondo de la familia Ravasio. |
De modo que,
aprovechando una invitación a Torino para ver la última producción operística
con teatro de sombras de Luca Valentino basada en una obra de Alberto Savinio,
añadí tres días más para pasarlos en Bérgamo y tener así un primer contacto con
estas antiguas pero para mí nuevas realidades. Ghislandi me había prometido un
programa de encuentros y visitas que me ayudarían a romper el hielo de mi
ignorancia y a empezar a situarme en la región. Una promesa, que a los dos días
de mi llegada, sólo puedo decir que cumplió a rajatabla y con creces subidas.
 |
Sergio Ravasio,. presidente de la Fundación Benedetto Ravasio, con los títeres de la familia. |
En efecto,
nada más llegar, fui conducido a una de las mecas de la tradición bergamasca,
nada más y nada menos que en casa de la señora Pina (Giuseppina) Cazzaniga, en
la aldea de Bonate Sotto, titiritera compañera y viuda de Benedetto Ravasio (1915-1990), considerado como uno de los
titiriteros más importantes de la tradición en el siglo XX y la persona que
hizo de puente entre las antiguas máscaras de Bérgamo (anteriores a los años
treinta) y las versiones más actualizadas que han llegado hasta hoy. Nos
atendió la misma Pina Cazzaniga en compañía de Sergio Ravasio, director de la
Fundación Benedetto Ravasio, y su hermano Gianmaria. Hay que decir que al morir
el señor Benedetto, su mujer y sus hijos decidieron crear una Fundación,
llamada Benedetto Ravasio, alimentada con la importante colección de títeres,
objetos y documentos antiguos de la familia, con la finalidad de promover desde
ella la tradición titiritera bergamesca pero también las de toda Italia y del
resto de Europa. Bruno Ghislandi trabaja desde hace años estrechamente asociado
a la Fundación, encargándose del desarrollo de sus múltiples programas y
festivales.
 |
Pina Ravasio con Gioppino. |
Quedé
impresionado de la energía y la vitalidad de Pina Ravasio, de 97 años de edad,
que con tremenda ilusión me fue enseñando a sus queridas criaturas, unos
segundos hijos para ella. Fue un despliegue de títeres de talla de madera y de
un peso más que considerable, que la señora Pina levantaba de vez en cuando con
el brazo en alto como si fueran de corcho. Pero lo más impresionante fue
escucharla recitar largos fragmentos de algunas de las obras más importantes,
como el Fornaretto de Venecia, o el famoso Pací Paciana, obras de alta
densidad dramática, cuyas distintas voces se iban alternando con una dicción
clara, fuerte y de altos vuelos teatrales. La intensidad y el fuego que vi en
aquella señora de 97 años me hizo pensar que realmente me encontraba frente a
una tradición más que poderosa.
 |
Bruno Ghislandi con los títeres de la familia Ravasio. |
Sobre el
sofá reposaba una selección de los muchos títeres que guarda la familia.
Estaban los principales personajes de la tradición bergamesca: Arlequino,
nacido en el valle Brembana, Briguella, de Bérgamo Alta (ambos personajes del
s.XVI, dos zanni de la Comedia del
Arte) y Gioppino, nacido en Zanica, una aldea cercana a Bérgamo, ya en el siglo
XIX. La señora Pina los amaba a todos como no cesaba de afirmar, pero cuando tenía
a Gioppino en sus manos, uno comprendía que este curioso personaje con tres bocios
en la garganta era el preferido.
 |
Pina Ravasio con Arlequino. |
Y con esta
declarada preferencia, la veterana titiritera de Bonate Sotto no hacía más que
indicarme una realidad incontestable: el cariño y la estima que todos los
habitantes de Bérgamo sienten por Gioppino, una ‘máscara’ (como dicen los
italianos, aunque en verdad no lleva ninguna, de máscara, como es propio de los
personajes nacidos tras la Revolución Francesa) que es la preferida tanto de la
gente culta como de la popular, que ven en ella a alguien entrañable que los
representa , a pesar de su triple exacerbación tiroidea y de otras
características no siempre ejemplares, como más adelante indicaremos.
 |
La señora Pina Ravasio con Gioppino y Brighella en brazos. |
Debo decir
que hacía tiempo que conocía a Gioppino, sin llegar a entenderlo nunca, pues el
exotismo de sus tres bocios era para mí algo tan estrafalario como
incomprensible. ¿Cómo alguien con esta deformación física puede ser un héroe
popular? ¿Se trata acaso de sadismo o quizás de un masoquismo popular de
extrañas raíces locales? Preguntas que sólo podían tener respuesta si me
acercaba a su propio terreno, es decir, viniendo a Bérgamo y enfrentándome cara
a cara con el personaje.
 |
Benedetto y Pina Ravasio en una foto histórica de la familia. |
Y he aquí
que lo tenía enfrente, festejado por la señora Pina con la aprobación de sus
dos hijos presentes, que no ocultaban sentir el mismo cariño. Me lo dejaron
probar, y mientras sostenía aquel títere de madera de un peso considerable cuya
manipulación requería algo más que una buena técnica, me preguntaba cuáles
serían sus misterios y sus secretos por desvelar. Era como si la clásica
máscara de los viejos personajes de la Comedia del Arte se hubiera deslizado hasta
el cuello, adoptando la forma de esos extraños tres bultos –las tres ‘patatas’
como el mismo Gioppino las llama muchas veces– quizás para ocultar realidades
aún más secretas, las que tienen que ver con las idiosincrasias de un pueblo,
el bergamasco, conocido por su hermetismo y por sus modos reservados y prudentes
de ser, o quizás para esconder los secretos de una voz que tiene en los tres
bocios tres cajas misteriosas de resonancia…
 |
Collage de fotos históricas con benedetto Ravasio. |
Pronto lo
sabría. Vi a Sergio Ravasio alzar a Gioppino y mostrarme su peculiar modo de
caminar. Se notaba que, aun sin ser titiritero, conocía el oficio desde niño:
con un ligero movimiento de brazo y codo, consiguió que el títere caminara con una
gracia exquisita, elegante y divertida a la vez, y profundamente peculiar.
 |
El autor de este blog c on Pina y Sergio Ravasio. |
Poco a poco
me iban soltando algunas de sus características. Pueblerino de origen, simple
en sus conocimientos, habla con el dialéctico local, pues uno de los principales
rasgos de Gioppino es jugar con los equívocos: doble sentido de las palabras y
deducciones disparatadas, que confunden a sus adversarios y hacen partir de
risa al público. Otro rasgo es su fuerza física: algo bruto pero que sabe usar
el bastón para repartir leña y justicia, la suya. Curiosamente, y a diferencia
del prototipo bergamesco, que tiene fama de trabajador resistente e infatigable,
Gioppino es perezoso y siempre encuentra excusas para no trabajar. ¡Caramba, me
dije, aquí hay algo interesante donde indagar! Un héroe que encarna unas virtudes
contrarias a las defendidas por la población. Esto tiene un claro sentido de
proyección liberadora.
 |
Bajo el palacio Comunale en Piazza Vecchia. |
Por la tarde
fuimos a la Piazza Vecchia, en Bérgamo Alta –la ciudad tiene una zona baja y
otra alta, donde se encuentra su parte histórica más monumental y vistosa– y
tuve así una primera impresión de las bellezas ocultas de esta ciudad que ha
sido una de las últimas en Italia en sumarse al jolgorio turístico. Es como si
sus habitantes se hubieran resistido a publicitar sus bellezas, que ellos prefieren
gozar a solas, sin que nadie busque un reconocimiento que mismos autóctonos ya se
otorgan.
 |
Souvenirs titiriteros en una tienda de Bérgamo. |
Vi una discreta
–aunque no ausente– presencia de turistas en las calles, lo que indicaba que
pese a tanta discreción, esta rica plaga sociológica de la modernidad estaba
bien asentada en la ciudad. No vi un uso exacerbado de las riquezas locales en
el merchandising de las tiendas de souvenirs, lo que confirmaba este decoro
púdico de sus habitantes. Unas calles, las de Bérgamo Alta, que me recordaron
las de la vieja Tarragona, ubicadas sobre los yacimientos romanos de Tarraco.
 |
Gioppino en un escaparate de un restaurante de Bérgamo. |
Por cierto,
que estuve buscando rastros de Gioppino en la iconografía comercial de tiendas
y escaparates, y los encontré aunque escasos: un ‘magneto’, un dibujo de las
tres máscaras Arlequino, Brighella y Gioppino sobre un pequeño trozo de
cerámica, y, en el escaparate de un restaurante, varias imágenes del personaje.
Escasa presencia, pero constatable, lo que era un indicio de la popularidad íntima
del personaje a nivel de calle.
 |
De izquierda a derecha, Gianmaria Ravasio, Albert Bagno, Bruno Ghislandi y Sergio Ravasio, en Piazza Vecchia. |
Se sumó al
grupo formado por Sergio y Gianmaria Ravasio, Bruno Ghislando y yo, el
titiritero francés pero residente en Italia (en Calolziocorte concretamente, provincia
de Lecco, no lejos de Bérgamo), Albert Bagno, un buen amigo con el que me vengo
encontrando por distintas latitudes desde ‘la noche de los tiempos’ –la última
ocasión fue en el Congreso de Unima de Chengdu, en China. Bagno es un enamorado
de Gioppino –en China acudió con el personaje, vestido él mismo con sus ropas
típicas.
 |
Albert Bagno, con Gioppino y disfrazado de Gioppino en Chengdu, China. |
Y mientras
era introducido en los arcanos de la cocina bergamesca –donde la polenta tiene
un lugar de honor, bien acompañada con un buen cálice de vino rosso–, charlamos los allí presentes sobre Bérgamo,
sobre Gioppino y sobre la buena o mala salud que hoy en día tienen las
tradiciones europeas de los títeres.
 |
El Fornaretto de Venecia, fondo familia Ravasio. |
Imposible reproducir
la intensidad de los intercambios y las discusiones de la noche, que el verbo
vehemente de Bagno hizo subir hacia niveles discursivos de alturas alpinas. Una
frase sí me quedó grabada: “Gioppino es el gran desconocido de la tradición
europea de los títeres”. La dijo Bagno y creo que dio efectivamente en el
clavo.
 |
Gioppino con moro, títeres familia Ravasio. |
Con los
artículos que seguirán al presente, dedicados a testificar los encuentros con
la hija del histórico titiritero Luigi Cristini, la señora Antonia Cristini y
su marido Angelo Mastinu, con Danielle Cortesi y su compañera Teresa, con los
fondos titiriteros del Museo del Falegname de Tino Sana, la actuación vista allí
de Pietro Roncelli y la comida en el restaurante de la familia de Bigio Milesi
en San Pellegrino Terme, en compañía de la hija del maestro y de los miembros
de la Asociación Ol Giopí de Sanga (El Gioppino de Zanica), que han creado una
compañía con el mismo nombre (el programa urdido por Bruno Ghislandi,
artífice de este viaje, fue realmente exhaustivo), intentaré remediar este
desconocimiento que la frase de Bagno puso sobre la mesa.
Hard Rock Hotel & Casino TulsaHard Rock Tulsa
ResponderEliminarHard Rock 용인 출장마사지 Hotel & Casino 김제 출장안마 Tulsa is the ultimate destination 광양 출장안마 for gaming and entertainment, featuring more than 2600 동해 출장마사지 electronic 부산광역 출장샵 games, a popular music venue,