domingo, 16 de enero de 2011

Les Marionnettes des Champs Élysées

(José Luís González presentando la función)

En mi último día de estancia en París, me acerqué al teatrillo que lleva el asturiense José Luís González y al que conozco desde hace años, llamado Marionnettes des Champs Élysées (en efecto, se encuentra en los jardines de esta avenida, en la parte de atrás del Théâtre Marigny, cerca de la salida de metro Champs-Élysées-Clemenceau) pero en cuyo frontispicio figura la denominación "Théâtre Vrai Guignolet".

Y es que el personaje principal de las historias que se cuentan no es ni Polichinelle ni Guignol, sino Guignolet. ¿Acaso hay diferencias entre estos dos últimos?, se preguntará el entendido y el profano. Pues sí que las hay según el titiritero que allí reside y que suele actuar todos los miércoles, sábado y domingos, en tres sesiones de tarde a las 15h, 16h y 17h. Me contó José Luís González que Guignolet es, para él, el verdadero Guignol de París, que no procede del de Lyon, sino que tuvo un origen propio y local, en coincidencia con su compadre del sur. Se trata de una teoría que piensa exponer en el libro que se encuentra en estos momentos redactando sobre el personaje y que promete aclarar éstas y otras muchas cosas sobre la discutida temática.

Por lo visto, y por lo que me contó el titiritero, este teatro des Champs-Éluzées sería el más antiguo de París, pues se supone que ha existido siempre en el mismo lugar (aunque no necesariamente con la misma forma) desde 1818.

Vi a José Luís González en buena forma. Actuó con una de las obras del repertorio tradicional heredado del viejo Guentleur, llamada "El Paseo de Guignolet", un ejercicio muy logrado de manipulación a la vieja usanza, con los personajes del presentador, un señor con bigotito encargado de abrir y cerrar las cortinas, Guignolet, su mujer y su hijo. Aparecen luego un ratoncito de color verde y el inevitable Gendarme, que recibe los obligados estacazos del protagonista. El público, compuesto de vecinos que traían a sus niños pequeños al parque y que en su mayoría ya conocían al personaje, siguió fiel y entregado la representación, que se efectúa en una teatrillo estable situado al aire libre, en una parte cercada del jardín.

(momento de la representación)

Tal como conté en mi última entrada, el legado de Guentleur, perteneciente a una de las familias de "guiñoleros" más antiguas de París, fue adquirido hará cosa de treinta años por Philippe Casidanus y José Luís González, quiénes trabajaron juntos los primeros tiempos. Luego decidieron seguir rumbos separados, quedándose el asturiano en el teatrillo de los Champs Élysées, y Casidanus en el teatrillo del Parc Georges Brassens. Lo curioso es que se repartieron ambos los personajes: el primero representaría a Guignolet y el segundo a Polichinelle.

Es José Luís González un titiritero a la vieja usanza, en el sentido de que se lo hace todo él, como por otra parte suele ser habitual en este tipo de espectáculos. Sus voces, rotas y poderosas, transmiten los sabores antiguos de las representaciones de títeres parisinas, con viejos juegos de palabras, canciones conocidas por los niños y un tono ácrata que a veces españoliza con alguna que otra palabra suelta.

Para acabar estas entradas sobre París, sólo añadir la profunda impresión que me causó la visita al Musée des Arts Premières Quai Branly, dónde se encuentran ingentes colecciones de arte primitivo. Destacaría las máscaras y la estatuaria procedente de las diferentes islas de Oceanía, verdaderas maravillas que nunca había visto. Pero también todas las secciones dedicadas a los distintos continentes son dignas de interés. Visité también la exposición temporal "La Fabrique des Images", a cargo de Philippe Descola, interesantísima por su manera de ordenar las imágenes según cuatro maneras diferentes de percibir y por lo tanto de crear los objetos y las imágenes que nos envuelven. Para saber más de ella, pulsar aquí.

También visité la exposición en el Pompidou dedicada a Mondrian y al movimiento De Stijl, que resultó ser de lo más interesante, al presentar una visión completa del movimiento, con todas las implicaciones arquitectónicas. Una arqueología del arte abstracto del siglo XX magníficamente presentada por el Pompidou, como suele ser habitual en este centro.

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