He recibido con enorme alegría el texto que el escritor y viajero
Josep Maria Romero (ver aquí) acaba
de publicar en su página web sobre el libro 'Rutas de Polichinela', que centra
el contenido de este blog. No sólo por
el respeto y la admiración que siento por él (vean aquí mis comentarios sobre dos de sus libros), sino por el hecho de recibir una reseña de
alguien que ha entrado con profundidad en el libro y se ha regodeado en su
lectura.
J.M.Romero tomando un té. |
Es Josep María Romero un
viejo amigo que vive hoy en las antípodas, enfrascado en un proyecto de vida
que aúna la escritura, los viajes, la observación poética y antropológica de la
realidad, y el arte del buen vivir. Ilustran estas características apuntadas
los títulos de sus libros y sus últimos trabajos, con sus recién
publicadas 'Cròniques Orientals', un
alarde de concisión, visión poliédrica, abertura a la diferencia y devoción a
los matices de lo que podríamos considerar 'verdadero'.
Vean este fragmento del documental en el que está trabajando actualmente:
Vean este fragmento del documental en el que está trabajando actualmente:
Adjunto aquí su texto, para que quede
reflejado en las páginas de este blog
y puedan gozarlo sus lectores:
Viajar es apasionarse,
pues no hay exploración sin pasión, y un viaje sin exploración no es un viaje
-es otra cosa, todo lo digna que se quiera, pero otra cosa. Tras la lectura del
Rutas de Polichinela, lo
primero que quiero destacar es la formidable pasión que arde en la raíz de la
obra -pasión por descubrir las rutas físicas, pero sobre todo por sentir la
atmósfera de los lugares y comprender el alma de las personas. Absorbido por el
potente caudal emocional, me he sorprendido abocado a un mundo fantástico,
donde parecen haberse difuminado las fronteras habituales.
Personaje singular
-¿qué otra cosa puede ser alguien que elige la profesión de titiritero, y
ejercerla con alevosía, a caballo entre los siglos XX y XXI?-, Toni Rumbau
ofrece en esta obra un volcado de su experiencia, es decir, un legado, cuya
mayor consecuencia, más allá de las sugerentes peripecias, es la reflexión del
sabio veterano que ha aprendido unas cuantas cosas por los caminos del mundo.
El escenario es una Europa representada por dos docenas de ciudades, con
Lisboa, Copenhague y Estambul como vértices geográficos, y el tiempo cuatro
décadas largas de nutrida vida profesional. En su tránsito, el titiritero
contacta con una miríada de colegas cómplices -diligentes eruditos de referencia,
continuadores de sagas familiares, concienciados recuperadores de tradiciones
moribundas, entusiastas divulgadores y coleccionistas, y por supuesto expertos
manipuladores, y de su mano recorre salas de museo, talleres de construcción y
reparación, teatros ilustres y teatrillos de barrio, siempre ante la mirada
enigmática de los personajes de hilo, de guante o de teatro de sombras que se
apiñan en estantes, colgadores, vitrinas y rincones diversos, los cuales, queda
advertido ya en la primera página, son las auténticas estrellas del libro.
Karägoz, Vasilache, Guignol, Mester Jakel, Kasparec, Pulcinella, Pupi, etcétera
-¡qué nombres tan fascinantes, los de las estrellas!- son sucesivamente
descritos por Rumbau con precisión de entomólogo, y el lector, al conocer las
peculiaridades físicas y caracterológicas de cada cual, sus desarrollos en las
geografías particulares y sus relaciones con parientes de otras regiones, acaba
captando la complejidad de un tejido artístico que, lejos de ser banal, permite
bucear en lo más profundo de la condición humana.
Mi primera imagen de
Toni Rumbau me retrotrae a los tardíos 70, cuando le vi actuando con La
Fanfarra en la plaza de Sant Josep Oriol de Barcelona, representando no
recuerdo bien si un episodio de la serie Malic, su icónico aventurero ibérico,
la Llegenda de Sant Jordi, o alguna otra de sus piezas tempranas. Junto a sus
compañeros de equipo, Mariona Masgrau y Eugenio Navarro, y frente a la
venerable iglesia gótica del Pi, componían una entrañable estampa entre medieval
y hippy, muy adecuada para el gusto de aquella época esperanzada en que
creíamos que la dimensión humana de las cosas era el camino. Poco después le
conocí de cerca, y por mi pertenencia al histórico grupo Titelles Anglés
coincidimos con cierta asiduidad, y desde aquel entonces, y a pesar de mi
alejamiento del gremio y del país, hemos mantenido un contacto, no por
espaciado menos suculento, con encuentros ocasionales en ámbitos tan
variopintos como el inigualable teatro Malic, el añorado restaurante Compostela
de la calle Ferran -¡loor al pulpo, lacon con grelos, ribeiro!-, la mítica
cervecería El Glaciar de la plaza Reial o su atmosférico despacho de las
Rambles, y en cada caso he podido constatar que el hombre mantiene la pasión
exploratoria intacta, y un explosivo repertorio de proyectos en la cartera.
Maneja Rumbau, como si
fuera un filósofo taoísta de hace dos milenios, el patrón del dualismo para
explicar las mecánicas del mundo. En el Rutas
del Polichinela, en particular, el recurso le es útil para analizar el
espíritu contradictorio de las ciudades, pero si en algo resulta definitivo es
para explicar la esencia de cada uno de estos títeres-estrella, que nacen
fundamentalmente como inevitable contrapeso a la autoridad de turno. Entre
ellos, es habitual la nobleza justiciera pero también el individualismo, el
lenguaje gritón y soez y por supuesto la violencia (tradicionalmente, a
cachiporrazos), y más de uno ofrece un físico contrahecho que, ya de entrada,
es una reivindicación de lo marginal. Más que atildados héroes de cuento, pues,
los susodichos son personajes que con un humor corrosivo y sin rubor airean las
emociones que la gente ordinaria nos vemos obligados a reprimir, y es por esa
cruda sinceridad que los sentimos cercanos y necesarios, como un torpedo
liberador contra todos los despotismos, incluído el moral, eso que hoy en día
denominamos corrección política.
Huelga decir que
recomiendo intensamente la lectura del libro, por erudito, pero sobre todo por
estimulante, por hacer el favor de recordarnos que no vivimos en ese paisaje
plano que el poder establecido se empeña en vendernos, sino en una realidad
sublime y perturbadora que conviene explorar hasta el último confín.
J.M.Romero
Escritor en
Oriente. Autor de "Cròniques Orientals", "Tao. Las enseñanzas
del sabio oculto", "Siempre el Oeste", "India", entre
otras obras. 40 años sobre el terreno.
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