lunes, 20 de mayo de 2013

Últimos días en Estambul. Conferencia en Kadiköy y El Museo de la Inocencia.

Cuesta dejar Estambul. Cinco días han sabido a poco cuando hay tantas cosas por ver y algunas para volver a ver. Ha sido un placer reencontrarme con Pablo Martín Asuero, director del Instituto Cervantes de Estambul, con quién nos une una larga amistad, así como a nuestro común amigo Gürsel Bulut (ver entrada de 2011), dueño de una tienda de lámparas en el Gran Bazar y gran aficionado al mundo del teatro de las sombras de Karagöz.

De izquierda a derecha, un amigo, Pablo Martín, Gürsel Bulut y yo mismo.
Como ya es habitual, nos encontramos en el café de fumadores que hay encima del Gran Bazar y allí, armados de un buen narguilé cada uno, charlamos sobre la ciudad y sobre la vida. Muy interesado quedé por saber más sobre el uso que algunas cofradías sufíes (llamadas tariqas) de derviches hacían del teatro de sombras, para contar las historias propias de esta corriente mística del Islam, antes de que los practicantes entraran en sus ceremonias de trance. Es una cuestión que Gürsel Bulut conoce de primera mano por habérselo explicado un antiguo miembro de una de estas cofradías. Me prometió mandarme un artículo sobre el tema, que publicaré de inmediato en Titeresante. También tiene pensado Gürsel reproducir las figuras de este viejo teatro de sombras místico, lo que sería realmente muy interesante.

El ambiente en el café era casi de ensueño. Hay que decir que la mayoría de los fumadores presentes eran comerciantes del Bazar o de la zona, que se tomaban unos minutos de descanso tras salir del ajetreo en el que se vive en esta parte de la ciudad, dedicada toda ella al comercio. Otros parecían instalados permanentemente en el lugar, recibiendo a amigos o quizás a importantes clientes. ¿Acaso el mundo de los ensueños -y el del teatro de sombras- no está íntimamente relaconado con el mundo del comercio? Mercaderes fueron los que trajeron de la lejana Indonesia a Egipto el teatro de sombras en la época medieval, teatro que luego pasó a Estambul donde surgió la figura de Karagöz y su peculiar forma de comedia satírica. Y un imperio básicamente dedicado a proteger el comercio de sus allegados, fue el turco. Los Sultanes pensaban en el poder, pero los comerciantes siempre han sido personas abiertas a las diferencias, con necesidad de hablar otras lenguas y conocer culturas distintas.

Interior del Grand Bazar
En realidad, el auge que está experimentando en estos momentos Turquía es un auge comercial y consumista de altos vuelos. En esta ciudad todo el mundo parece estar vendiendo o comprando algo. Los mercados que hay en la zona del Bazar y de Sultan Ahmed están a rebosar, pero también lo está la calle Istiklal, vía donde se encuentran las tiendas y las marcas mundialmente conocidas. Me contó Pablo que por esta calle que parece una serpiente que parte de Taksim hasta llegar a Tunel, ya muy cerca de la Torre Gálata, pasan cada fin de semana unos tres millones de personas. La vitalidad que rezuma es extraordinaria. Por las noches, parece una discoteca al are libre, con infinidad de bocas ansiosas de tragarse a los incautos paseantes. También Cengiz Özek, comentando la situación del país, me comentaba la actual primacía que existía del negocio y del comercio. Cuando los actuales políticos turcos hablan de lo Otomano con ganas de poner esta palabra y este concepto en el centro de su pensamiento internacional, quizás sueñen con los viejos días del Imperio, pero lo que en realidad hacen es convertir Turquia en un potente centro regional del comercio, entre Europa, Rusia, Asia y Oriente Medio.

El famoso Çiçek Pasaji, en la calle Istiklal.
En este contexto, no es de extrañar que Karagöz se encuentre cada día más cómodo y feliz, sobre todo cuando este truhán comediante dispone de un ambiente en la ciudad igual de cosmopolita que el de sus épocas doradas. Por todo ello, no me extrañaría que el proyecto de Özek de crear un museo-teatro dedicado al Teatro de Karagöz (ver la entrada anterior de este blog) se convierta en realidad mucho antes de lo que sospechamos.

Conferencia en Kadiköy

Me tocó el viernes 17 hacer mi conferencia sobre el mismo tema de este blog: Las Rutas de Polichinela. Es decir, hablar de los distintos personajes de la tradición y cómo se relacionan con sus ciudades respectivas. La conferencia tuvo lugar en Kadiköy, en el lado asiático de Estambul, lo que nos obligó a tomar unos de los ferrys que constantemente cruzan el Bósforo para llevar a la gente de un lugar al otro.

El señor Ahmed Meddah y la actriz Zinure, en el ferry.
Debo decir que es un verdadero placer, para quiénes no estamos obligados a hacerlo todos los días del año, cruzar el Bósforo con estos barcos viejos y atrotinados pero que cumplen tan magníficamente con su función. Me acompañaba el señor Sid Ahmed Meddah, escritor y titiritero de Argelia, quién quiso asistir a la conferencia, y la actriz de Estambul Zinure, la persona del Festival encargada de que llegáramos a nuestro destino sin perdernos por el camino.

La estación de trenes del lado asiático de Estambul
Fue un placer parar ante la estación de trenes del lado asiático, allí donde el Orient Express continuaba su camino por las tierras de Anatolia hasta llegar a Alepo, y de aquí bifurcarse hacia el Líbano la línea que llegaba hasta la ciudad de Haifa, pasando por Rayak y Beirut. La otra línea llegaba hasta Bagdad, con una derivación hacia Damasco. De esta misma estación al otro lado del Bósforo partí yo un día, en mi juventud, en dirección a la lejana Erzurum. Aventuras curiosas que un día deberé contar.

Edificio del Conservatorio, junto al muelle de Kadiköy
La conferencia se hacía en el Conservatorio llamado Kadiköy Haldun Taner Sagnesi, un edificio elegante y antiguo, quizás un lugar de entrada de mercancías en otros tiempos. Hoy acoge aulas de teatro, música y danza, así como un teatro para unas doscientas personas muy bien dotado humana y técnicamente.

Asistieron unas veinte y tantas personas, un número que puede considerarse bastante bueno por tratarse de una conferencia  especializada en títeres. Tanto yo como los asistentes quedamos muy contentos del desarrollo de la misma, con un buen intercambio de preguntas y respuestas al final.

Los espectáculos.

Ya hablé en mi anterior entrada de algunos espectáculos. Quiero mencionar aquí a la compañía Riserva Canini, de Italia, formada por Valeria Sacco y Marco Ferro, con su magnífico Talita Kum, así como el espectáculo Macbeth in the kitchen, de la compañía turca Kadro Pa. Pueden ver aquí una reseña de los mismos en el artículo publicado en Titeresante.  También muy interesante me pareció Hunger, de la compañía noruega TinkerTing, que cosechó uno de los más clamororos éxitos del Festival (ver artículo en Titeresante aquí). Me gustó mucho esta coincidencia formal de espectáculos como Hunger o Talita Kun, que siendo completamente diferentes entre si, exploran la dualidad del manipulador y su doble, representado por la marioneta. En los italianos, el riguroso y virtuoso proceso de un desdoblamiento visto en directo, y, en los noruegos, la disociada presencia de dos manipuladores para un único muñeco, con el personaje protagonista aquejado de una imposibilidad de vivir que lo lleva a la autodestruccón.

El Museo de la Inocencia.

Dediqué mi último día a visitar el Museo de la Inocencia, este raro museo de objetos que el escritor y Premio Nobel Orhan Pamuk ha creado en la calle de Çukurkuma. Debo decir que me esperaba algo especial, pero jamás sospeché que me entusiasmaría tanto. Y, tras leer el catálogo del mismo, a uno le entran las ganas de volver a visitarlo, ahora que se conocen algunas de las claves del mismo.

El museo en una esquina de la calle Çukurkuma
Curioso este pequeño y extraño museo que en apariencia pretende recrear el mundo de unos personajes de ficción, los protagonista del libro con el mismo título del Museo, mostrando los objetos que podrían definir y evocar cada uno de sus capítulos. Un museo que yo llamaría "de creación", el mundo creado por Orhan Pamuk con sus objetos encontrados a lo largo de los años y con los que compone toda una serie de "cajas" o "vitrinas" (83 en total), numeradas, con un título propio y que corresponden a los capítulos de la novela que lleva el mismo título de "Museo de la Inocencia".  Un museo, por otro lado, que también podría decirse que está dedicado al Tiempo en mayúscula.

La novela habla de la historia de amor de Kemal, un joven miembro de la burguesía de Estambul, por su pariente lejana Füsun. Lo que comienza como una aventura inocente y desinhibida, evoluciona pronto hacia el amor sin límites y después, cuando Füsun desaparece, hacia una profunda melancolía. En medio del vértigo que le producen sus sentimientos, Kemal no tarda mucho en descubrir el efecto calmante que tienen sobre él los objetos que alguna vez pasaron por las manos de ella. Así, como si se tratara de una terapia para la enfermedad que lo atormenta, Kemal se va haciendo con todos los objetos personales de Füsun que se ponen a su alcance.

La novela "El museo de la inocencia" es el catálogo novelado en el que cada objeto es un instante de su gran historia de amor. Es también una visita guiada por los cambios que han convulsionado a la sociedad de Estambul desde los años setenta hasta el día de hoy.

La calle Çukurkuma con el Museo a la derecha.
Y, como el mismo Orhan Pamuk confiesa en las páginas finales del Catálogo del Museo, "...; de pronto, miraba el mundo a través de sus ojos, desconcertado. Podría ser fácilmente Kemal. Podría contar mi historia como si fuera la suya, y la suya como si fuera la mía. Y cada vez que lo comprendía, sentía que no importaba demasiado qué voz era la de Kemal y cuál la mía. ¿Acaso los objetos nos nos recuerdan a ambos las mismas cosas?" Es decir, se recrea el mundo de Kemal, el personaje de la novela, que también es el de su autor, Orhan Pamuk.

¿No será la lejana Füsun una metáfora directa de la misma ciudad de Estambul, a la que tanto Kemal como Pamuk evocan con suma añoranza a través de los múltiples objetos que nos hablan de ella? Una ciudad perdida pero que sigue ahí, reclamando ser evocada por quienes en su día la conocieron bajo otras formas y colores...

Para mi, cada caja o vitrina es un pequeño teatrillo con sus cortinas abiertas, o semicerradas en algunas, en el que los objetos más las fotografías, algunos carteles y otras imágenes de época, forman distintas composiciones que dialogan con un título, con una situación imaginada, con una referencia novelesca o vital determinada, pero que en si son pequeñas obras de arte escénica, estáticas y mudas -aunque algunas "murmuran"- que sin embargo nos hablan claramente de una época, de unas emociones, de unos estados de ánimo, de una ciudad y de sus habitantes.

Catálogo del Museo.
Un museo que ya quisiéramos existiera en todas las ciudades del mundo. Aunque, y como dice su Pequeño Manifiesto para Museos, lo ideal es que cada persona se haga su propio museo en casa. Vale la pena citar algunos de los once puntos del manifiesto de Orhan Pamuk, porque sin duda establecen un antes y un después en la lógica museística del mundo. Dicen los puntos seleccionados (los cito en inglés, pues no dispongo de ninguna traducción autorizada al español):

3- We don't need more museums that try to construct the historical narratives of a society, community, team, nation, state, tribe, company, or species. We all know that the ordinary, everyday stories of individuals are riches, more humane, and much more joyful.

7- The aim of present and future museums must not be to represent the state, but to re-create the world of single human beings -the same human beings  who have labored under ruthless oppression for hundreds of years.

9- If objects are not uprooted from their environs and their streets, but are situated with acer and ingenuity in their natural homes, they will already portray their own stories.

10- Monumental buildings that dominate neighborhoods and entire cities do not bring out our humanity; on the contrary, they quash it. Instead, we need modest museums that honor the neighborhoods and streets and the homes and shops nearby, and turn them into elements of their exhibitions.

11- The future of museums is inside our own homes. 

Palabras que nos dan una idea de la radicalidad conceptual de este museo que en definitiva no es más que una entrañable y profunda reflexión visual sobre el tiempo y sus vivencias.

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